La carrera presidencial ha estado marcada por el devenir autoritario del presidente Saied, a quien las encuestas dan como ganador, y la anulación de otras candidaturas
Los abusos escondidos detrás de la caída de las llegadas irregulares a Italia que elogia Feijóo ante Meloni
Desde la avenida principal de Habib Bourguiba en la capital de Túnez, llegan imágenes de victoria. Entre vítores al presidente Kais Saied y banderas tunecinas que ondean sin parar, cientos de personas corean: “El pueblo quiere construir y desarrollarse”.
Un 72% de los nacionales censados se han abstenido y no han participado en los comicios presidenciales, según datos proporcionados por la Alta Autoridad Electoral Independiente de Túnez (conocido como ISIE, por sus siglas en francés). La tasa de participación, que se distancia de las cifras de la movilización ciudadana tras la caída del dictador Zin el Abidín Ben Alí, se suma al desasosiego social de los últimos años. Alrededor de un 70% de los inscritos no votó en el referéndum para revisar la Constitución y casi un 90% se negó a participar en las legislativas en 2023.
La carrera presidencial ha estado marcada por el devenir autoritario de Saied y la anulación de otras candidaturas. A una semana de las elecciones, el Parlamento, controlado por Saied, aprobó una reforma de la ley electoral en la que redujo los poderes de los tribunales sobre las decisiones tomadas por una asediada autoridad electoral elegida a dedo por el propio Saied. En agosto, tres candidaturas, además de un total de 14 que ya habían sido excluidas, fueron apartadas de la carrera hacia la presidencia.
Durante la jornada electoral del pasado 6 de octubre solo tres hombres ocuparon las papeletas. Entre ellos, uno, Ayachi Zammel, líder del partido opositor Azimoun, está encarcelado. A menos de una semana de los comicios, Zammel fue condenado a 12 años de prisión acusado de falsificación de documentos y de incumplir las reglas relacionadas con el patrocinio para presentar su candidatura.
Mano de hierro, xenofobia y derechos humanos“Con la aprobación del Decreto número 54 se produjo una paralización de la oposición. Empezaron los encarcelamientos de periodistas, blogueros y personas vinculadas a movimientos sociales importantes. Ahora mismo en Túnez hay un ambiente de miedo”, explica a elDiario.es Bosco Govantes, profesor de Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide. Con la aprobación de la nueva normativa en septiembre de 2022, Kais Saied dio vía libre a la detención y encarcelamiento de cualquier ciudadano que difundiera información falsa contra el Estado a través de sus redes sociales.
“La persecución y el acoso judicial ha alcanzado a los dirigentes de partidos políticos como Ennahda o el Partido Constitucional Libre de Abir Moussi”, apunta en conversaciones con este medio Miguel Hernando de Larramendi, profesor de la Universidad de Castilla La Mancha y experto en la región. Según el Índice de Democracia de 2023 publicado por The Economist Intelligence Unit, Túnez ocupa el puesto 82 de 167.
A la represión política se suma el discurso antimigratorio manchado de xenofobia. En febrero de 2023, las autoridades tunecinas arrestaron al menos a 850 personas de origen subsahariano. Un año después, en mayo de 2024, las autoridades lanzaron una campaña de represión contra ONG, activistas o cargos públicos implicados en acciones relacionadas con asistencia a refugiados o migrantes subsaharianos.
Govantes explica que, en Túnez, Saied ha desarrollado “un discurso de invasión de migrantes subsaharianos muy parecido al discurso de la extrema derecha en Europa”. En varias ocasiones, el líder ha declarado que las corrientes migratorias que llegan desde el sur del Sáhara son una “problemática y una amenaza para la identidad árabe del país”.
A pesar de las reiteradas violaciones sobre los derechos humanos y la falta de libertad de expresión, Saied ha estrechado sus relaciones con la Unión Europea y, sobre todo, con el gobierno de Georgia Meloni en Italia. “Kais Saied ha aprovechado la legitimidad que le otorgaba su amplia victoria electoral en 2019 para presentarse como interlocutor de la Unión Europea”, explica Hernando de Larramendi. “Aunque sus discursos ponen el énfasis en la defensa de la soberanía tunecina, en la práctica los acuerdos con la UE y, sobre todo con Italia, refleja el carácter transaccional de unos acuerdos con los que el presidente tunecino ha conseguido limitar el alcance de las críticas europeas al proceso de involución de las libertades en el país”, añade el profesor.
En julio de 2023, la líder del Consejo de ministros de Italia, Georgia Meloni, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, y el exprimer ministro holandés y actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte, lanzaron una “alianza estratégica y global” de la mano del presidente Saied en Túnez.
Se trata de una ayuda de 1.000 millones de euros condicionada a la ratificación por parte de Túnez de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, de los cuales 105 millones estaban destinados a la gestión de fronteras para impedir la llegada de migrantes a aguas europeas.