Back to Top

Los demócratas buscan en la lucha contra la oligarquía los brotes de una resistencia al rodillo de Trump

Los demócratas buscan en la lucha contra la oligarquía los brotes de una resistencia al rodillo de Trump

El discurso maratoniano de Booker en el Senado y la victoria en Wisconsin dan esperanzas al partido, pero aún hay divisiones internas que resolver para construir una oposición sólida

Los millones de Musk pierden contra la jueza progresista en las elecciones al Supremo de Wisconsin y marca el camino de la resistencia anti-Trump

Después de cinco meses de aturdimiento postelectoral, por primera vez los demócratas sienten que están empezando a sentar las bases de una oposición real contra Donald Trump.

La victoria en las elecciones al Tribunal Supremo de Wisconsin y el discurso-protesta de 25 horas del senador Cory Booker en la Cámara Alta han marcado la resurrección de un partido que parecía haber perdido la voz. Ambos episodios han confirmado lo que el senador Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez llevan tiempo señalando en su gira: centrar el foco en la lucha contra la oligarquía que se está gestando en torno a Trump funciona.

“Los últimos dos meses han demostrado que hay una verdadera oportunidad para nosotros en este momento, porque el pueblo estadounidense está despertando”, explicaba el jueves a MSNBC Ken Martin, el recién elegido presidente del Partido Demócrata. Martin, que asumió el cargo en febrero, hacía autocrítica: “Una de las razones por las que hemos perdido [...] es porque la gente siente que el partido ya no lucha por ellos y sus familias”. Ante esta realidad, que ya había señalado Sanders durante la resaca electoral, el senador Booker acertó esta semana con un discurso de redención ante los votantes.

“Confieso que he sido imperfecto. Confieso que no he estado a la altura del momento. Confieso que el Partido Demócrata ha cometido errores terribles que le dieron espacio a este demagogo. Confieso que todos debemos mirarnos en el espejo y decir: 'Lo haremos mejor’”, dijo Booker en su discurso maratoniano, que comenzó el lunes por la tarde y finalizó la noche del martes. Para Hunter Walker, autor de The Truce: Progressives, Centrists, and the Future of the Democratic Party y que conoció a Booker en sus inicios como alcalde de Newark (Nueva Jersey), este fue uno de los momentos clave para recomponer los vínculos con los votantes.

Captura de video de la televisión del Senado de EEUU donde aparece el senador demócrata por Nueva Jersey Cory Booker. EFE Captura de video de la televisión del Senado de EEUU donde aparece el senador demócrata por Nueva Jersey Cory Booker. EFE

“Creo que es algo que muchos votantes querían y necesitaban oír. Este país está prácticamente dividido al 50%. Así que hay muchas personas que no votaron a Trump y que están muy enfadadas con lo que ocurre ahora. Y también están enfadadas con quienes confiaron para evitarlo. Creo que Booker estaba reconociendo eso”, reflexiona Walker. De hecho, en redes sociales el discurso de Booker no solo se hizo viral por batir un récord histórico, sino también porque muchas personas se sintieron interpeladas por sus palabras y por el gesto.

Como minoría parlamentaria, los demócratas tienen pocas herramientas efectivas para hacer oposición dentro del Congreso. Por ello, la protesta de Booker en el Capitolio y la interrupción temporal de las votaciones tuvo un valor simbólico para unas bases que ven con impotencia cómo sus representantes parecían paralizados ante el asalto de Trump a las instituciones democráticas. Booker también intentó reparar la frustración provocada por la imagen del líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, proporcionando los votos necesarios para aprobar el presupuesto republicano y evitar el cierre del gobierno. Schumer lo justificó como un mal menor, pero muchos votantes no compartieron esa lectura.

Las encuestas recientes ya reflejaban esa sensación de impotencia y frustración con el partido. Solo el 40% de los demócratas aprobaba la actuación de sus representantes en el Congreso, frente al 49% que la desaprobaba, según una encuesta de la Universidad de Quinnipiac realizada en febrero. El sondeo, que el analista de encuestas de la universidad, Tim Malloy, calificó como “una dura reprimenda de proporciones históricas”, se realizó semanas antes de que Schumer votara para salvar a la administración Trump del cierre del gobierno.

Paralelamente al discurso de Booker, el resultado de las elecciones al Supremo en Wisconsin fue una inyección de autoestima y esperanza para los demócratas. El partido había respaldado a la jueza progresista Susan Crawford replicando el enfoque utilizado por Sanders y Ocasio-Cortez en su gira por distritos republicanos: poner a Elon Musk en el centro y centrarse en la lucha contra la oligarquía. Volver al mensaje de los de abajo contra los de arriba.

Todo el discurso de Crawford consistía en recordar que su oponente era, en esencia, Musk, quien gastó millones en apoyar la campaña del juez conservador Brad Schimel. Crawford y los demócratas apelaron al mensaje de que Wisconsin “no se puede comprar” y que la votación era un pulso para demostrar a las élites que su dinero no puede comprarlo todo; que el sistema democrático fue creado para dar poder a quienes no tienen millones en el banco. Y funcionó.

Musk ya era un lastre para Trump, y la derrota en Wisconsin acentuó aún más esa realidad. El multimillonario estaba recibiendo una valoración negativa en las encuestas (un 49 % lo desaprobaba frente a un 39 % de aprobación, según un sondeo del Washington Post) y también generaba fricciones internas con el resto del gabinete. “Que al día siguiente de las elecciones saliera la noticia de que Trump estaba apartando a Musk es una señal clara de que se ha dado cuenta de que esta narrativa que están usando los demócratas, la de poner a Musk en el centro, funciona. Y aunque ahora lo aparte, creo que seguirá funcionando”, comenta Walker.

“Sanders y AOC fueron los primeros en dar un paso al frente con un modelo de oposición. Y ahora creo que Booker ha llevado eso un paso más allá. Por ejemplo, Bernie y AOC estaban enfocándose en distritos republicanos, lo cual me parece extremadamente interesante, pero lo hacían con mítines de campaña bastante tradicionales. Booker, en cambio, utilizó una táctica de protesta no convencional que no habíamos visto antes en el Congreso, salvo quizás en el caso de Al Green en la Cámara de Representantes [durante el discurso de Trump]. No creo que hayamos visto algo similar”, señala Walker.

Sanders y AOC han estado viajando por distritos republicanos de distintos estados, denunciando ante miles de personas frustradas y enfadadas con Trump. “No solo vamos a luchar contra la oligarquía. No solo vamos a luchar contra el autoritarismo”, dijo Sanders en un mitin junto a AOC en la Universidad Estatal de Arizona a finales de marzo. “No vamos a aceptar una sociedad con una desigualdad masiva de ingresos y riqueza, donde a los muy ricos les va mejor que nunca mientras las familias trabajadoras luchan por poner comida en la mesa”.

El senador independiente de Vermont ha puesto en práctica el análisis que hizo tras el descalabro electoral de noviembre y ha salido a buscar a la clase trabajadora que, según él, el partido olvidó. Junto a él, la congresista de Nueva York busca capitalizar esa rabia palpable entre buena parte de la población. Uno de los grandes retos para los demócratas en esta nueva búsqueda de identidad es saber canalizar ese enfado, al tiempo que equilibran su limitada capacidad de oposición efectiva en el Congreso.

“Creo que lo que estamos viendo en Ocasio-Cortez y Booker es algo realmente nuevo: gente que se posiciona como líderes de la oposición al margen del ciclo presidencial”, explica Walker, trazando un paralelismo con lo que ocurrió en el Partido Republicano tras perder contra Obama. “Cuando un partido sufre una gran derrota electoral, necesita encontrar una nueva identidad. Vimos a los republicanos, que tras perder en 2012, hicieron lo que ellos mismos llamaron una ‘autopsia’. Reconocieron que estaban políticamente muertos y buscaron una nueva identidad hasta que dieron con Trump”.

La diferencia es que, para llegar hasta Trump, hubo un largo proceso, desde el Tea Party durante el primer mandato de Obama hasta esa “autopsia” tras la segunda derrota electoral. “Ahora, con lo que está pasando con Trump, los demócratas no pueden permitirse perder tiempo ni esperar hasta las presidenciales de 2028, porque ni siquiera sabemos qué quedará del sistema entonces”, advierte Walker. Sobre la posibilidad de que los demócratas logren su propio Tea Party, Walker recuerda que el movimiento conservador no surgió de forma orgánica, sino que contó con financiación y un ecosistema mediático detrás.

Los podcasters y youtubers de extrema derecha desempeñaron un papel crucial en estas elecciones al generar un entorno favorable al discurso trumpista. Recientemente, el exasesor de la Casa Blanca bajo la presidencia de Joe Biden, Daniel Arrigg, ha lanzado su nuevo proyecto mediático: The People’s Cabinet. Se trata de un pódcast para contrarrestar la escasez de voces progresistas en internet y también evidencia cómo los demócratas han comprendido hasta qué punto es esencial estar presentes en estos espacios.

Más allá de haber encontrado una nueva narrativa que conecte con los votantes, Walker señala que los demócratas aún tienen mucho camino por recorrer en términos de cohesión interna. Por ejemplo, resolver cuestiones clave como su posicionamiento sobre Gaza. El voto de castigo por el apoyo a Israel tuvo un impacto real en unas elecciones donde bastaron unos 250.000 votos en el llamado “muro azul” (los tres estados bisagra: Michigan, Pensilvania y Wisconsin) para que Harris perdiera.

“Mientras libran esta lucha contra la agresiva agenda de Trump, no son un partido unido, ni en lo que respecta a Gaza ni en muchas otras cuestiones. Así que los demócratas se enfrentan a una enorme cantidad de desafíos en un momento verdaderamente urgente e importante”, concluye Walker.