Andrónico Rodríguez, quien se reunió con Zapatero y Podemos en Madrid, se presenta como una opción más moderada para las elecciones del 17 de agosto en la peor crisis del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) desde que llegó al poder en 2006
¿El fin de una era en Bolivia? El enfrentamiento entre Morales y Arce marca el camino de unas presidenciales clave
El partido que gobierna Bolivia desde hace casi dos décadas, el Movimiento al Socialismo (MAS), atraviesa una fractura interna sin precedentes.
El anuncio sacudió el tablero político del país, provocando una fuga de militantes de los dos antiguos líderes, y actuales contendientes electorales, hacia el nuevo aspirante, cuyo mentor no ha ocultado su disgusto.
La popularidad de Rodríguez, de 36 años, no ha dejado de crecer esta semana, ya que podría representar la última esperanza para el MAS y la izquierda en general. El oficialismo enfrenta niveles ínfimos de aprobación debido a la crisis económica que atraviesa Bolivia, causada por la reducción en la producción de gas, motor de la estabilidad del país durante años. La caída en la exportación del hidrocarburo ha provocado a su vez escasez de dólares y mínimos históricos en las reservas internacionales.
“El surgimiento de Andrónico responde a un cálculo político. Evo está inhabilitado [por una limitación legal a una tercera reelección y por procesos judiciales por estupro y trata de personas], y Arce es el último en las encuestas. Es una tercera alternativa que se muestra como una izquierda viable”, asegura Lorgio Orellana, docente e investigador de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS).
Andrónico, como se le conoce popularmente, se presenta como la opción moderada del MAS, con capacidad de llegar a acuerdos con la oposición. Es el actual presidente del Senado, desde donde intercedió por los intereses de Evo hasta este año, cuando empezó a desmarcarse de forma gradual.
Comenzó a hablar de mirar hacia un “nuevo horizonte” y de “crear una izquierda democrática y no autoritaria”, en referencia a la radicalidad de su predecesor. También criticó el modelo económico de Arce, calificándolo de “Estado paternalista, que deja en segundo plano las economías privadas, comunitarias y cooperativistas”.
Amigable con la derecha“Creo que [Andrónico] tiene la capacidad de hacer una gestión basada en consensos, especialmente con el sector privado y también con los movimientos sociales. Tiene posibilidad de hacer los ajustes fiscales necesarios y de acercarse al centro y a los sectores conservadores de derecha”, afirma la politóloga Natalia Aparicio. Alude al reciente optimismo del candidato respecto a las semillas transgénicas y a su propuesta de “revisar” una ley destinada a erradicar la violencia contra la mujer, medidas que suelen marcar la agenda de la derecha. Su actitud conciliadora con sus oponentes llevó al dirigente del partido Evo Pueblo, Rodolfo Machaca, a calificarlo en televisión como “peón del imperio”.
El primer roce entre pupilo y maestro se dio cuando Rodríguez prefirió asistir a la asamblea de Podemos y a un encuentro con José Luis Rodríguez Zapatero, antes que a una reunión donde se aprobaría a Morales como único candidato cocalero. El expresidente reaccionó ante la aspiración de su otrora aliado a la silla presidencial pidiéndole que “reflexione y vuelva con su pueblo”. Para la escritora y miembro del portal indianista Jichha, Quya Reina, el mismo Evo es uno de los responsables de la crisis del masismo.
Su incapacidad para reconocer su desgaste político después de tres mandatos, afirma, se suma a la vigente orden de detención que pesa sobre él por no haberse presentado a testificar en un caso donde se le acusa de haber tenido un hijo con una menor en 2015. El caso fue cerrado en 2020, pero reabierto el año pasado como parte de la persecución de Arce contra su antiguo compañero de militancia.
El otro gran culpable del desmoronamiento de la izquierda es la ambición de poder entre ambos frentes. Arce conformó un gabinete con el que Evo no estaba de acuerdo y le exigía modificarlo a su gusto. La pugna la ganó el primero, quien incluso le arrebató las siglas del MAS, pero el resultado ha sido un gobierno que ha hundido a Bolivia como el tercer país con mayor inflación en Sudamérica, con una tasa interanual del 15%, solo detrás de Argentina y Venezuela, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Izquierdas distintas“Morales es caudillo puro, confrontacional, intuitivo y tribal. Arce es tecnócrata, calculador a veces, pero sin resultados trascendentales. Es más frío, poco coherente, y encerrado en un palacio sin calle y sin nada más que ofrecer al país. Andrónico mezcla calle con discurso. No tiene la astucia de Evo ni el poder del Estado como Arce, pero tiene más equilibrio entre representación social y racionalidad política, o al menos eso intenta mostrar. Evo quiere control total; Arce quiere continuidad sin tener mérito; Andrónico quiere legitimidad a partir del discurso de la renovación”, analiza Reina.
En realidad, Andrónico simboliza el avance del indígena en el tejido social boliviano. Cuando Evo asumió la presidencia en 2006, se consideró un hito mundial porque el indio había sido históricamente marginado, como lo demuestran las carencias que padeció el expresidente en su infancia y juventud, entre ellas la falta de acceso a agua potable y el hambre que dice haber sufrido.
Andrónico, en cambio, se formó en la universidad e hizo carrera como senador gracias a la empatía que le tenía Morales. “Representa a los sectores emergentes de clase media indígena, el producto estrella del Gobierno de Evo. Andrónico es una criatura del mismo MAS, de la capa social ascendente que se propugnaba: una naciente burguesía que ahora busca nuevos representantes políticos”, sostiene Orellana. Hoy, los hijos de nativos o campesinos han dejado de ser, en gran medida, el último escalón de la pirámide social para habitar las instituciones y circular en los espacios públicos. Si el gran logro económico de la era Morales fue la nacionalización de los hidrocarburos para beneficiarse de la bonanza del gas, su mayor éxito social fue precisamente ese ascenso.
“En el imaginario del bloque indígena popular, Evo es la encarnación del pueblo y Andrónico el ‘hijo del pueblo”, señala la politóloga Aparicio. Desde que llegó a la presidencia en 2020, Arce se ha alejado de esa narrativa épica que acompañó la fundación del Estado Plurinacional en 2009, proceso con el cual se reconoció a Bolivia como un conglomerado de 36 naciones originarias. Lo sustituyó con un izquierdismo burocrático, institucional y frío.
Un mandato de Andrónico podría significar un regreso al empoderamiento de los movimientos sociales, ya que, si bien tiene formación académica, es vicepresidente de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, solo por detrás de Evo. Esta organización, que agrupa a los productores de hoja de coca, catapultó a Morales al poder y fue también la escuela empírica de Andrónico.
De hecho, las bases electorales de ambos líderes son prácticamente las mismas. La disputa por los apoyos será larga hasta agosto. El jueves, la Federación de Trabajadores Campesinos de La Paz, antes alineada con Evo, proclamó a Andrónico en la ciudad de El Alto. “Sin embargo, estas segmentaciones son profundamente relativas. Por mera lógica de supervivencia, podrían replegarse hacia Andrónico si este logra consolidarse como el bloque más fuerte. Las estructuras que hoy responden a Evo o a Arce podrían migrar sin demasiada resistencia al proyecto de Andrónico, guiadas más por cálculo político que por convicción o simpatía por él”, advierte Reina.
Lo cierto es que el surgimiento de Andrónico ha significado no solo una renovación dentro del MAS, sino también un alivio para la izquierda boliviana. La etapa de mayor división dentro del socialismo coincide con las elecciones más importantes del siglo, en un contexto donde la derecha, también fragmentada, recoge abiertamente los discursos de otros líderes liberales de la región, como Bukele o Milei.