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"Mandriles", "mierdas" y "mentirosos": así propaga Milei el odio contra el periodismo en Argentina

En el año y medio que lleva en la Casa Rosada, el presidente argentino ha estigmatizado a periodistas y ahora amenaza con llevarlos a prisión, además de desmantelar medios públicos

Milei fulmina a Télam, la última gran agencia de noticias de Sudamérica

Cuando la maquinaria del odio se propaga contra el periodismo, se desdibujan los marcos normales para poder informar. Eso sucede en Argentina, país que ha caído 47 posiciones en los últimos dos años en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (RSF).

En el año y medio que lleva en la Casa Rosada, Javier Milei desmanteló medios públicos y estigmatizó a periodistas. Ahora, también los amenaza con la cárcel. 

“La gente no odia lo suficiente a los periodistas”, dijo días atrás el presidente ultraderechista ante un público de empresarios-simpatizantes, como parte de una narrativa violenta en la que el enemigo hoy es el comunicador. Hace dos meses, la policía hirió de gravedad al fotógrafo Pablo Grillo en una de las marchas de los miércoles en las que los jubilados son habitualmente reprimidos por las fuerzas de seguridad. 

Confrontar y deslegitimar

Milei no solo llama “mandriles mentirosos”, “ensobrados” y “mierdas” a periodistas de medios críticos, también a aquellos que trabajan en canales de televisión o periódicos cuyas coberturas sobre el Ejecutivo escasean de cuestionamientos. Porque la estrategia parece ser la de confrontar y deslegitimar a la prensa, apoyándose en el mundo de las redes sociales y el ejército de trolls.

A la mención a los mandriles, Milei añade, en lo que califica de “broma”, la idea de que “ganar” (una discusión, una elección) equivale a someter al contrincante por vía anal. Cuando dice “ensobrado” se refiere a quienes, según el presidente, reciben un sobre con dinero y son corrompidos con fines políticos. “El ensobrado Marcelo Mandrelli”, ha dicho, atacando a un conocido presentador de televisión –Marcelo Bonelli– por precisamente exponer la táctica del ultraderechista de contaminar el debate público.

Artur Romeu, director para América Latina de Reporteros Sin Fronteras, señala a elDiario.es que con la llegada de Milei al poder se abrió un escenario de mucha confrontación con los trabajadores de la prensa. “Es una guerra abierta con la idea misma del hacer periodístico. Milei no duda en atacar a los medios, ha dicho que 'la gente no odia lo suficiente a los periodistas'. Promueve la idea de que los periodistas son enemigos de la sociedad. Sin duda, es una estrategia política de estigmatización de los medios”.

Pero el asunto entró en un terreno mucho más fangoso. El presidente acaba de denunciar en los tribunales a tres periodistas por presuntas calumnias e injurias. “Una denuncia es por tratarme de nazi”, dijo Milei. En rigor, el columnista del diario conservador La Nación, Carlos Pagni, leyó en su programa de televisión un texto de un libro que describe el clima político en Alemania durante el ascenso del nazismo.

“¿Tenés la libreta con los nombres de los periodistas que quiero 'meter en cana'? (encarcelar)”, preguntó Milei en el canal de streaming paraoficialista 'Carajo'. El gobernante tildó a los trabajadores de prensa de “prostitutas de los políticos” y de “mentirosos”. La denuncia contra los periodistas Pagni, Ari Lijalad y Viviana Canosa parece tener poco futuro. El delito de calumnias e injurias fue despenalizado durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, específicamente para garantizar la libertad de expresión. 

El caso Télam: de agencia a propaganda

Para Reporteros Sin Fronteras, las acciones del Gobierno de deslegitimar a periodistas y desmantelar medios reducen cada vez más la libertad de expresión. Argentina hoy se ubica en el puesto 87° en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de RSF, con retrocesos en los cinco indicadores que se evalúan: económico, político, socio-cultural, seguridad y marco legal.

Romeu ejemplifica con el cierre de la agencia pública de noticias Télam, con casi 80 años de historia. “El desmantelamiento de la comunicación pública tiene como caso principal a Télam, vaciada y convertida en una agencia de propaganda del Gobierno. Se agrega el desmantelamiento de organismos de regulación como la Defensoría de Audiencias y de gobiernos colegiados de medios públicos; la represión habitual a las manifestaciones y los insultos y los agravios cotidianos contra periodistas. Y tenemos el caso del fotorreportero Pablo Grillo, quien sufrió una grave herida por una granada de gas lacrimógeno. Son todos factores que subrayan un deterioro del ambiente para el ejercicio del periodismo en Argentina”.

El poder de las redes

Las herramientas digitales son usadas para difundir mensajes emocionalmente potentes, segmentar audiencias y maximizar su impacto. Las redes sociales es el aspecto que completa el cuadro comunicacional, según plantea Philip Kitzberger, politólogo y profesor en la Universidad Torcuato Di Tella. “Leyendo la nota de Pagni me entero de que la frase 'la gente no odia lo suficiente a los periodistas' no la inventó Milei, Trump usó una similar. Me parece que el efecto se amplifica mucho en un presidente que tiene por detrás una red de seguidores como la que tiene Milei. Un movimiento digital que enseguida amplifica y hace circular y viraliza las confrontaciones. También hay un tema cuantitativo, para saturar, de llevar el asunto a un punto de paroxismo: en una semana Milei retuiteó 2.000 veces, la gran mayoría de los posteos tenían que ver con el periodismo. Y sus propios tuits eran contra el periodismo”. 

Los modos de comunicar se repiten en líderes de la ultraderecha global, como Donald Trump y Jair Bolsonaro, por citar dos casos en América. Kitzberger recuerda los lives de Facebook del expresidente brasileño, donde se despachaba contra el periodismo. “Es algo común de los populistas de derecha construir un enemigo que según ellos impide la felicidad del pueblo, su libertad, etc. Si bien hay tácticas que vemos en otros lados, en el caso de Milei se compró el personaje. Él se siente atacado y ofendido. Según Milei, él tiene un acceso a la verdad que se lo da su saber económico y después están los que la ocultan, o 'no la ven', como él dice. Su personalidad potencia los ataques al periodismo. La construcción del enemigo le queda cómodo, antes era la casta, ahora para él diferenciarse de la casta política es más difícil”. 

“Estrategia política”

Romeu sostiene que Milei no es un caso aislado. “Se trata de una estrategia política bien diseñada que tiene una finalidad política clara se trate de Milei, Trump, Bolsonaro, Ortega o Maduro”.

Según explica, la “estigmatización” de los medios tiene dos objetivos. “Uno, la movilización de su base electoral con la adopción de un discurso polarizado para reafirmar la posición antisistema. El segundo, cuando tenemos al jefe de Estado que desacredita a la prensa, al final se busca bajar el nivel de escrutinio público, o sea, ya no estamos hablando de un gobierno y de un jefe de Estado que tenga que responder a denuncias presentadas con hechos en reportajes. Si él ataca al mensajero ya no necesita preocuparse tanto por el mensaje”, dice. 

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