A Eliana Sousa da Silva no le tiembla la voz para denunciar los constantes abusos de la Policía sobre los habitantes del complejo de favelas de Maré, en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, una labor que le ha costado varias amenazas y que hoy la enfrentan al miedo de morir.
En Brasil "ser defensor de derechos humanos, ser un activista en ese campo es muy difícil", aseguró a Efe esta activista de 57 años que trabaja impulsando proyectos para mejorar la calidad de vida en Maré, un conglomerado compuesto por 16 favelas que desde años atrás es azotado por la violencia, el narcotráfico y la inseguridad.
Desde entonces los operativos de la Policía han sido recurrentes, situación que se ha intensificado este año con el nuevo Gobierno regional de Wilson Witzel, un exjuez y exfusileronaval de mano dura que quiere acabar con la delincuencia en Río de Janeiro a como de lugar.
Defensor de una política de combate directo al crimen en las favelas, Witzel no tiene reparo en ordenar que los policías disparen a quien vean armados, ni en ordenar tiroteos desde helicópteros, hechos de los que hasta él mismo ha sido protagonista y que han dado un tácito aval a los agentes del orden para abusar de su cargo.
A través de Redes da Maré, de la que es fundadora, Sousa da Silva ha denunciado públicamente este tipo de abusos, que en lo corrido del año han dejado cinco niños víctimas de balas perdidas y han aumentado la letalidad en las comunidades más pobres.
Un recurso para frenar estos abusos, que fue interpuesto por la activista en 2017, junto con la Defensoría de Río de Janeiro, ha sido la piedra en el zapato del ahora gobernador, quien insiste en aplicar la "mano dura" en las favelas.
Esa acción civil consiguió reducir la letalidad en Maré en 2018, pero en este año, Witzel ha hecho caso omiso del mismo y hasta logró que fuera suspendido, lo que ha incrementado las muertes por intervención policial en Maré.
"Desde junio, cuando este proceso comenzó, recibí directamente (las amenazas) y las Redes da Maré, institucionalmente, también", aseguró la activista a Efe.
Según el Instituto de Seguridad Pública de Río de Janeiro, entre enero y junio de este año murieron 881 personas durante operativos policiales, 112 más que las registradas durante el mismo período del año pasado.
Que los niños estén en constante amenaza porque los operativos se hacen a la hora en que salen o regresan de la escuela; o que los centros de salud se paralicen cuando este tipo de acciones se desarrollan en Maré, son algunos de los factores que denuncia la activista.
También el uso de helicópteros para disparar indiscriminadamente sobre la población, que sin distinción alguna es considerada como criminal -según la activista- y no para acompañar a los agentes que realizan su labor a pie por las calles de las favelas, que es la función legal.
"Si usted piensa que casi 140.000 personas viven en cuatro kilómetros y medio, usted puede imaginar que determinados puntos de esa zona van a estar sobrepoblados", manifestó la activista.
así, "una actuación inteligente", puntuó, "necesita pensar en estrategias que no alcancen a las personas que no tengan nada que ver con esas redes (criminales). Entonces ¿¡un helicóptero!? ¡Eso es una aberración!".
A pesar de su experiencia y de conocer bastante bien el terreno, pues creció en las calles de Maré, a donde llegó a los siete años huyendo con su familia de la sequía del nordeste de Brasil, Souza da Silva tiene miedo.
No es la primera vez que recibe amenazas. En su larga trayectoria de trabajo en Maré ha estado en "la mira" varias veces pero, en esta oportunidad, siente que "eso viene creciendo" y "se ha profundizado".
Por eso, es consciente de que cada movimiento debe ser pensado de forma estratégica para salvaguardar su vida y la de la gente que trabaja con ella, pues no sabe hasta qué punto pueden ser "frenados".
"Hoy tenemos una amenaza puesta cuyo tamaño desconocemos, pero tenemos cosas muy concretas como el propio asesinato de Marielle que fue un asesinato que rompió todos los límites", señaló.
Souza da Silva se refiere a Marielle Franco, la activista negra, y defensora de los derechos humanos que fue brutalmente acribillada a tiros en el centro de Río de Janeiro en marzo del año pasado.
La concejala también creció en Maré, era hija de esa comunidad, defendía a los más necesitados y también denunciaba los abusos de la Policía.
Franco no se calló. Sousa da Silva, tampoco lo hará.
María Angélica Troncoso