El golpe de Estado que un grupo de militares, con el general Abdourrahmane Tchiani a la cabeza, dio el pasado miércoles en Niamey ha provocado un impacto que afecta no sólo a la estabilidad de Níger, sino también a toda la región del Sahel, con el riesgo real de que pueda acabar provocando una guerra regional con implicación directa de actores externos.
Para poder entender lo ocurrido y vislumbrar algunas de las consecuencias que puede tener tanto la voluntad de los golpistas por aferrarse al poder como el ultimátum de una semana lanzado por la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental) para restituir al presidente Mohamed Bazoum, conviene fijar la atención en estos puntos:
En clave socioeconómica, Níger es uno de los países más pobres del planeta, con más del 60% de sus 25 millones habitantes malviviendo por debajo del umbral de la pobreza, a pesar de ser el cuarto productor mundial de uranio.