A pesar del tiempo transcurrido desde la instauración de la democracia y la anulación del poder fáctico del Ejército, y de los giros que ha experimentado la geopolítica mundial desde el final de la Guerra Fría, en España sigue pendiente un debate en profundidad sobre el modelo de defensa que mejor responda a la defensa de sus legítimos intereses. Y así, cuando, como acaba de ocurrir, el gobierno de turno decide aprobar una nueva partida adicional al presupuesto de defensa, se vuelven a repetir los ya consabidos argumentos a favor y en contra, anclados en posicionamientos ideológicos que en gran medida han quedado desfasados.
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