Autumn de Wilde (2020)
La inteligente hija soltera del rico e hipocondríaco señor Woodhouse, Emma, acaba de despedirse de la compañía de su antigua institutriz, a quien tenía por su mejor amiga. Buscando retomar sus amistades toma bajo su tutela a una joven de familia humilde llamada Harriet Smith. Entonces empieza un periplo como celestina que la lleva a tejer múltiples intrigas para encontrarle un esposo a su amiga. Nada saldrá como estaba planeado.
En 2015, Penguin Clásicos lanzó una edición conmemorativa de esta novela de Jane Austen para rememorar el bicentenario de la publicación original de la novela en 1815. "Desde su aparición", rezaba la intriducción crítica de aquel volúmen, "Emma ha sido criticada por su falta de acción y elogiada por su ajustada descripción de la vida cotidiana.A Walter Scott, uno de sus primeros críticos, le pareció que la obra tenía «incluso menos argumento» que Sentido y sensibilidad o que Orgullo y prejuicio, pero aun así admiró el «conocimiento del mundo por parte de la autora, y el tacto característico con el que presenta a unos personajes que el lector reconoce de inmediato».
Casi dos siglos después, actitudes parecidas se encuentran entre los lectores en general, que siguen deleitándose en la habilidad de Austen para crear personajes y situaciones verosímiles, y entre críticos de orientación histórica, que acuden a sus novelas en busca de información sobre el estilo de vida de la gente en el siglo XIX.
Bien es sabido que Austen es inmortal, y que su prosa sigue siendo capaz de conectar y sorprender a cualquier lector. De hecho, Austen es una de las escritoras más adaptadas al cine y la televisión de la historia. Emma, precisamente, ha sido trasladada al audiovisual en innumerables ocasiones: cuenta con hasta ocho series de televisión, una de ellas bollywoodiense, y varios largometrajes entre los que destacan el que protagonizaron Gwyneth Paltrow y Toni Collette en el 96 y el de Kate Beckinsale el mismo año. Lo que sorprende, sin embargo, es el ímpetu que la realizadora Autumn de Wilde insufla al relato clásico, modernizando su tono y adaptando su discurso tanto en el fondo como en la forma, absolutamente moderna e incisiva.
Cesc Gay (2020)
Nuestras casas actuaban como espacios asfixiantes y sin escapatoria desde mucho antes de la pandemia. Los vecinos ya formaban parte de nuestro día a día, sus ruidos, sus horarios, sus voces. Cesc Gay, director y guionista de Truman, se lanzó a hablar sobre ello —aunque en realidad sobre mucho más— en su obra de teatro Los vecinos de arriba. Función que él mismo se ha encargado de adaptar para la gran pantalla con Sentimental. En la película, el responsable de En la ciudad y Ficción vuelve a demostrar su capacidad para hacer bailar las palabras hasta que se retuerzan. Juega con la comicidad para que quien lo recibe disfrute, se emocione y divierta. Así es como consigue que, cuando llega la hora de lanzarse a la reflexión en forma de bofetón, nadie se escape de su propia apertura en canal.
En el largometraje reúne a cuatro personajes a cenar en una velada que se torna entre incómoda, tensa y subida de tono. Ana (Griselda Siciliani) y Julio (Javier Cámara) invitan a su apartamento a Salva (Antonio San Juan) y a Laura (Belén Cuesta). Una pareja que, según la noche, hace temblar sus muebles por el fervor de sus relaciones sexuales. Sacar o no el tema será una de las primeras preocupaciones de Ana, que tiene por bandera el "quedar bien", mientras que Julio irá poco a poco desesperándose con las “ocurrencias” de sus compañeros de edificio.
Aun así, el poso más enriquecedor de Sentimental es cómo subyace su retrato sobre las relaciones, que pueden alcanzar un estado de soledad, aburrimiento, falta de líbido e intimidad, dejadez, inseguridades y estrés añadido por los trabajos de cada uno. Y cómo todas estas circunstancias pueden actuar como elementos de separación o unión definitivos. Con todos sus grises, Gay consigue que la comedia lidere en su primera parte, para que cuando le pone nombre y apellidos a lo que está ocurriendo —y no camuflando los problemas en disputas por la alfombra del salón o el por qué de los paseos desnuda por la casa con las persianas subidas— el puñetazo (a estómago y corazón) sea aún más realista. Todo ello con un tono nada fatalista, a través de una cena con dos personas prácticamente desconocidas, que se convierten en la mejor terapia para una de tantas parejas que han dejado de tocarse alejando sus cuerpos por las rencillas y el quemazón de lo que por dejarse pasar, acaba destruyendo.
Lois Patiño (2020)
Un marinero desaparece en el mar, a orillas de un pequeño pueblo de la costa de Galicia. Su madre empieza a buscarlo, y a orar por él pidiendo a las meigas que le devuelvan a su hijo. De alguna forma, poderes ocultos presentes desde hace siglos en tierras gallegas empiezan a despertar. Entonces aparecen tres mujeres misteriosas para buscarlo, el tiempo parece pararse y una luna roja se alza sobre el cielo nocturno.
Lois Patiño se ha convertido, por derecho, en uno de los nombres propios más prometedores del llamado Novo Cinema Galego, junto a Diana Toucedo u Oliver Laxe. Como artista visual ha realizado videoinstalaciones que se han podido ver en centros de arte como el Centro Cultural San Martín (Buenos Aires), Casa Encendida (Madrid), CCCB (Barcelona), y como cineasta sus películas se han podido ver en festivales de autor como Locarno (Suiza), Rotterdam (Holanda), New York Film Festival (USA), BAFICI (Argentina), Viennale (Austria), y la lista sigue.
Desde Montaña en sombra, premiado en el certamen de Clermont-Ferrand, sus cortos y largos como Costa da Morte han convertido el paisaje en un elemento plástico más con el que trabajar y al que transformar. Lúa vermella se encuadra perfectamente en su trayectoria, y lo confirma como un realizador sólido en lo dramático, al tiempo que orfbre de extrañas, perturbadoras e indelebles imágenes.