Ahora, esa peripecia vital, llena de incertidumbres, dudas, miedos, caídas y remontadas, se ha convertido en un relato apasionante. Los reveses, editado por Libros del KO, es una declaración de amor a un deporte que de alguna manera le rescató. "Un amor profundo, íntegro, incondicional y eufórico por un juego tan frustrante como fascinante", asegura el autor.
Cada reflexión, cada sentimiento expresado en el libro, se acompaña de una canción. Las estrellas del blues, del country o el rock, ponen música a los momentos de esperanza, también a los más jodidos. Es una banda sonora poderosa, para una historia muy dura; la enfermedad no es un juego, el párkinson es "una grandísima puta mierda", escribe Albéniz, "odio con todas mis fuerzas la enfermedad que me maltrata de forma despiadada durante la mañana y la noche, los 365 días del año, apretando cada vez un poco más. Y la odio de manera total y absoluta: me ha destrozado la vida. La mía y la de mi familia".
La historia es un viaje por etapas. El autor vive en el campo, en un pueblo de la provincia de Toledo. La primera parada es en Talavera. Allí encuentra un club de ping-pong: cuatro mesas y un grupo de gente variopinta. Una niña de unos 12 años. Un fumador empedernido. Un tipo muy bajito con problemas de espalda. Un chino que agarra la pala de forma particular. Un hombre alto y desgarbado que arrastra una pierna. Unos sesentones que le pegan a la bola como si tuvieran 20 años y les fuera la vida en ello. Javier no sabe si quedarse o salir corriendo, al final, por supuesto, se queda. Y el Club de Tenis de Mesa de Talavera de la Reina se acaba convirtiendo en una parte importante de su vida. Y no solo encuentra a unos compañeros formidables, también a Taju, su entrenador de inmensa paciencia, un atleta nigeriano de 32 años que ganó una medalla de bronce en un torneo de la Commonwealth disputado en Melbourne y que ahora se enfrenta a la dura tarea de convertir en decentes los torpes golpes de Javier y sus compañeros de club.
De pronto todo va muy deprisa. Los viajes a lugares recónditos del planeta, la Antártida, el Everest, los volcanes Virunga o el reino tibetano de Dolpo, son sustituidos por una gira para disputar torneos —y perderlos— por Moral de Calatrava, Candeleda y Oropesa y de ahí, el salto a Berlín, al Horst-Korber-Sportzentrum. 30 mesas, 135 deportistas de 21 países. Todos perfectamente equipados, acompañados por sus entrenadores y fisioterapeutas. Albéniz, solo, con una camiseta de su club de Talavera como único uniforme, piensa que será eliminado en la primera ronda, pero gana partidos y llega a la final. Lo que empezó como una terapia para superar una enfermedad muy jodida se acaba convirtiendo en una nueva forma de vida. El ping-pong para el autor ya no es un juego, es tenis de mesa, un deporte en el que siempre querrá ganar y que le ayuda a vivir. Pero la enfermedad, esa "grandísima puta mierda" sigue ahí, avanzando y no precisamente en silencio.
'Los reveses' se presenta el miércoles, 15 de marzo, en la librería Tipos Infames de Madrid, a partir de las 19 horas.