De su mente salió una comedia tan fresa como Paquita Salas, un musical tan sorprendente como La llamada, y una serie tan importante para el colectivo LGTBIQ como Veneno. Desde entonces, han estado trabajando en una serie con la que han dado un salto de gigante como creadores. Una historia sobre lo peligroso de la fe, de los fundamentalismos, y que entronca con temas que siempre les han tocado dentro, como el poder del arte para sobrevivir. Javier Calvo y Javier Ambrossi han mezclado géneros, influencias, y han volcado todo dentro de una serie tan personal como apabullante.También han logrado lo más difícil. En un momento de consumo ansioso y vertiginoso de ficción, donde las series se ven tan rápido como se olvidan, ellos han logrado convertir cada episodio en una cita ineludible.
Una serie que ha dejado escenas que ya forman parte del imaginario del audiovisual español y que se comenta cada semana. El baile en la habitación giratoria o el plano secuencia de la mesa redonda han sido analizados al detalle por los seguidores de la serie, pero ahora son sus propios creadores los que lo hacen. Ambrossi y Calvo abren las puertas de sus oficinas de Suma Content y realizan un análisis audiovisual concienzudo de cuatro escenas fundamentales de la serie. Desgranan la anatomía de cuatro escenas clave.
Los dos primeros episodios se centran en la infancia de los hermanos a los que dan vida posteriormente Roger Casamajor y Macarena García y aquí dos niños, Bruno Núñez y Carla Moral con los que los Javis muestran de nuevo su talento dirigiendo actores y actrices infantiles. En estos dos primeros episodios se puede ver la influencia de Bigas Luna, pero en este caso concreto la influencia está en Lilja 4-ever (2002) de Lukas Moodysson. Los directores destacan aquí “el sudor” y “la pegajosidad” que querían que tuviera su serie en estos primeros compases. Dos episodios que son “el verano” y donde ya dejan clara una de las normas de su puesta en escena, “el poder del fuera de campo”.
En La Mesías no hay nada al azar, ni siquiera las camisetas que llevan los secundarios, que tienen importancia en la trama. Javier Calvo y Javier Ambrossi quisieron construir un ambiente que pareciera de un after real, donde se podía fumar, y pusieron “musicón”. Subrayan la fuerza de Ana Rujas y el trabajo de Carla Díez, que tiene una de las claves del futuro del personaje de Montse. Ella le trae los libros de autoayuda y la espiritualidad, que unido “a la religión de Albert Pla da lugar al ‘Montsismo’”.
En esta escena se ve el nivel de detalle extremo que hay en la dirección artística. El papel de la casa, los ceniceros, las tazas… Un trabajo exquisito del director de arte, Roger Bellés, para el que hay una norma escrita en piedra: “En cada cajón tiene que haber algo que se pueda usar” y desvela un secreto, el ordenador de Paquita Salas “tenía internet”.
El final del episodio 3 es uno de los más comentados y uno de los que más ha emocionado a los espectadores. Con un inteligente montaje paralelo, Javier Calvo y Javier Ambrossi muestran dos momentos cumbres para el personaje de Montse y de Roger. Dos puntos de inflexión en su arco narrativo. Para ella, es el momento en el que habla con Dios y comienza su delirio y su fanatismo. Para él, es el punto en el que tiene claro que debe huir de esa casa. Lo hace tras descubrir el cine, los musicales y Titanic. Y como añade Javier Calvo, “tener un crush”.
El clímax llega con esa habitación giratoria y el baile de Biel Rosell Pelfort, uno de los grandes descubrimientos de la serie. Todo con una creación de Raúl Refree, responsable del apartado musical de la serie junto a las canciones de Hidrogenesse, que recompuso el Mesías de Haendel pasado por su filtro de sintetizadores. Una escena para la que se construyó una estructura inmensa y giratoria en la que el actor tuvo que hacer el baile que primero ensayaron fuera de la estancia y con maquetas y luego allí.
En este episodio es clave el trabajo de Belén Martí, que compuso los bailes de las Stella Maris, de Biel Rosell… pero también la “coreografía manística” de Lola Dueñas. Unos gestos que no son casuales, sino que vienen de un estudio profundo de las manos de los santos, las vírgenes y los ángeles en el imaginario religioso que realizó Martí. Un capítulo que es “un homenaje al cine clásico”. Otro detalle para los que hayan visto toda la serie: el sonido de la mano del Alien viene del sonido de las pulseras de Montse cuando estaba interpretada por Ana Rujas. Nada es casualidad en La Mesías.
Otra de las virguerías técnicas que Javier Calvo y Javier Ambrossi se han sacado de la chistera en La Mesías es este plano secuencia giratorio que ellos definen como “una ruleta rusa” en la que la cámara busca quién ha traicionado a quién. La decisión de hacerlo en plano secuencia complicaba todo. Primero, tuvieron que crear una mesa grande, para colocar una cámara dentro de un agujero y que sería controlada por un técnico que estaba en la otra planta de la casa.
Ante esa decisión, las actrices y los actores estaban solos, algo que para las niñas fue “un miedo extra” porque no les veían. “Es la única escena que no nos tenían en la mirada, entonces estaban muy solas. De repente estaban a merced de una persona y no sabían tampoco qué iba a pasar, porque como ya hemos contado más veces, las niñas no tienen guion”, cuentan al desvelar las claves de esta escena.
Una cámara que se mueve acompasado con la mirada de una terrorífica Lola Dueñas, y que además va haciendo zoom y acercándose a los rostros y reencuadrándoles en cada vuelta que da. ¿Más complicaciones? La serie se rodó en 16 milímetros en gran parte, y esta escena también, por lo que lo que veían en el monitor no se ajustaba realmente a lo que luego sería la escena final. Un plano secuencia que para en seco cuando la violencia de Montse estalla sobre su hijo en un duelo actoral con Biel Rosell que pone los pelos de punta.
Uno de los momentos cumbre de la serie es el reencuentro de Montse con sus hijos, especialmente con Roger, “el hombre de la casa”, como le define en varias ocasiones. En el episodio 6 ese reencuentro se produce, y lo hace con una Carmen Machi que toma el relevo de Lola Dueñas y Ana Rujas; y un Roger Casamajor que tiene en esta escena uno de sus grandes momentos en la serie. 'Los javis' mencionan aquí a Carlos Saura y su Mamá cumple cien años, para hablar de esas “madres encamadas” que buscaban para el espíritu de este episodio que además debía estar lleno de un atrezo propio de 'La Tienda en Casa', para ver cómo ha cambiado la casa de la familia Puig Baró en estos años.
Carmen Machi les dijo tras rodar esta escena que nunca había visto “tanto silencio y respeto en un set”. Un episodio que es un reto para ellos porque en él cambiaron radicalmente su forma de trabajar optando por hacer “una obra de teatro”. Ser fieles al texto y al ritmo, y rompiendo una de sus máximas, la improvisación. No era un capricho, sino que todo tiene un sentido y confirma otra vez que todo en esta serie es fruto de un desarrollo y un pensamiento sobre cada decisión.
“El capítulo tres es el espejo retorcido del capítulo seis. En el fondo es el mismo capítulo, son los mismos personajes dentro de una casa, pero están rodados y pensados de manera diferente. El capítulo tres está rodado con una cámara que les permite ser libres dentro del plano y los actores improvisan y se mueven con una cámara que muestra un cuadro fijo. Y esto es justo lo contrario, es la búsqueda del plano totalmente compuesto. Las niñas antes eran personajes llenos de libertad, y se ha convertido en una cosa robótica y medida”, cuentan de otra de las escenas más comentadas de una serie que se despide con la etiqueta de 'serie española del año' ganada por méritos propios.