El Festival de Cine de San Sebastián decidió programarlo el primer día de la pasada edición y Évole monopolizó la atención mediática. Más que él fueron todos aquellos que le acusaron de ser benevolente con el terrorista sin ni siquiera haber esperado para verlo. Hubo ataques e insultos. Daban igual los aplausos con los que se recibió en el Zinemaldia. Ni que las crónicas destacaran que también se daba voz a una víctima con la que el filme abría y concluía su metraje, dejando claro que la primera y la última palabra la tendrán siempre ellos.
Tres meses después No me llame Ternera ha llegado a Netflix. Lo ha hecho colocándose entre las películas más vistas de la plataforma en España y levantando de nuevo los insultos y hasta las amenazas de muerte hacia él. Hablar de ETA, como ya lo sufrieron Imanol Uribe o Julio Medem, sigue siendo un tema que muchos no soportan.
Han pasado tres meses desde la polémica en el Festival de Cine de San Sebastián. En este tiempo que ha pasado, ¿cómo valora todo lo que ocurrió entonces?
Lo valoro como una exageración. Creo que vivimos en un país donde tendemos mucho a la exageración y creo que todo se pone en su sitio cuando ves el documental. Si no lo ves, pues igual haces ahí la suma de ‘etarra’ más ‘Évole’ y te sale una cosa explosiva. Hay muchos mensajes que nos estamos encontrando estos días, que son los primeros de emisión en Netflix, que nos están diciendo, ‘mira tío, yo veo tus programas, nunca me han gustado mucho, pero en este, especialmente en este, sí que veo que hay un auténtico interés en que esto se pueda ver’.
Los que no lo iban a ver entonces, imagino que ni la han visto ni la van a ver.
Yo creo que la pueden acabar viendo por morbo. Igual la verían si les dijesen que es una mierda, porque todavía rajarían más. Pero no espero ninguna rectificación de nadie.
¿Cree que muchas de las cosas que se escribieron casi estaban escritas desde que se supo que existía este documental?
Puede ser, puede ser. Pero bueno, eso no es una novedad en el periodismo. Mira la sesión de control del presidente del Gobierno. La oposición y el Gobierno llevan escritas sus réplicas. Da igual lo que ocurra. Sale Cuca Gamarra, le hace la pregunta a Pedro Sánchez. Pedro Sánchez contesta y Cuca Gamarra repregunta, pero no contestando a lo que ha dicho Pedro Sánchez, sino diciendo lo que ya llevaba preparado de casa. Y Pedro Sánchez le contesta lo que también llevaba preparado de casa. Es un diálogo de besugos absoluto. Da pena. Falta un poco ese punch de la política en directo, de contestarte, de tener capacidad dialéctica para contestar.
¿Llegó a pensar que no compensaba hacer el documental por todo lo que estaba pasando?
Por supuesto que compensa. Nosotros hicimos este proyecto un poco a riesgo, porque lo hicimos como productora. No teníamos ningún socio, no había ninguna cadena, no había ninguna plataforma que nos acompañase en el camino, pero porque lo decidimos así. El tema es lo suficientemente delicado como para que además tengas que escuchar la opinión de 14 personas aparte de las tuyas, 14 personas más opinando sobre un contenido tan delicado como este. Yo no quería pasar por ahí y lo acabamos por nuestra cuenta, sin que nadie financiase. Tuvimos la suerte de ir a Netflix y enseguida lo vendimos.
¿Ha habido 'efecto Streisand'? El mítico que hablen de mí aunque sea mal…
Recuerdo un directivo de Netflix que me dijo, ’lo que nos vamos a ahorrar esta vez en lonas’. Yo, sinceramente, no voy detrás de la polémica. Hubiese sido un éxito como país que un estreno como este no hubiese suscitado la polémica que ha suscitado. Creo que nos colocaría en un lugar mucho mejor. No nos coloca en muy buen lugar la que se monta, porque sinceramente creo que no es para tanto entrevistar a Josu Urrutikoetxea. El día que esto no sea para tanto habrá quien recuerde que hubo unos locos que hace 20 años entrevistaron ya al que se consideraba principal líder de ETA.
¿Lo ve realmente posible, que llegue ese día?
Yo es que soy un optimista patológico, por lo que siempre creo que van a pasar cosas buenas y que vamos a avanzar y ser mejores como país. Es un poco utópico e iluso por mi parte pensar eso, pero sí que creo que todo sirve para avanzar algo. Seguramente el siguiente que venga con un documental de estas características, pues un poquito más de camino ya se habrá hecho. Yo no tendría la misma predisposición a hacer esto si no hubiese visto a Julio Medem hacer La pelota vasca con todos los problemas que tuvo para hacerla. Yo no tengo ninguna vocación de héroe ni de Robin Hood, pero está bien de vez en cuando poner encima de la mesa un tema incómodo para mucha gente, para la propia sociedad, para la historia de España. Ojalá la historia de España careciese de ese episodio, pero es que existió por desgracia, y hay muchos jóvenes que no tienen ni idea de que eso pasó.
¿Qué fue lo que más le sorprendió de Josu Ternera?
Mira, ha habido un detalle… que igual él me podría decir ‘hostia tío, es que no tengo por qué estar preocupado por eso’, pero me sorprendió que el día que fuimos a comunicarle a Jose Urrutikoetxea que no iba a estar solo en el documental, que iba a estar también Francisco Ruiz, herido por su comando en un atentado donde muere el alcalde de Galdácano, él no puso ninguna objeción a que estuviese este señor en la película. Si la hubiese puesto, no hubiese obedecido porque había un pacto sobre que nosotros íbamos a preguntar todo lo necesario para llegar donde queremos llegar. Pero me sorprendió mucho que no preguntase '¿y cómo está?'.
Si a esta víctima, Francisco Ruiz, no le hubiera gustado el documental, ¿se hubiera planteado no emitirlo?
Qué buena pregunta. A mí me hubiesen entrado muchas dudas. Me pilla este documental con un poquito de mili hecha y ya hemos tocado muchas veces el tema de Euskadi, del conflicto que hubo en el País Vasco. Yo tuve una experiencia muy negativa después de entrevistar a un exmiembro de ETA, en este caso arrepentido, que nos narró el atentado con más víctimas mortales que él provocó. Un atentado en Santander con un coche bomba que acaba matando a personas que no tenían nada que ver con la lucha política del País Vasco. Eran dos civiles que pasaban por la calle y se los cargaron.
Cuando supimos esa información no tuvimos la cintura ni la experiencia para llamar a los supervivientes de aquel atentado o ver si había hijos o hijas. No lo hicimos. No lo hicimos porque ni lo pensamos. Y yo recuerdo el lunes, después de la emisión del programa, que recibí una llamada de una señora súper educada y me dijo que me veía todas las semanas, y que vio que trataba el asesinato de sus padres sin que nadie les hubiera avisado de que eso iba a salir en televisión. Aunque solo fuera para decirle que esto iba a pasar, para pasarle el corte, para que estuviera mínimamente informada. Y es que no pude rebatir absolutamente nada.
¿Se arrepiente de algún enfoque o alguna entrevista que haya hecho?
Sí, claro que te arrepientes, pero no hay muchos. Normalmente el programa se trabaja desde mucho antes de ponernos a grabar, y cuando decidimos darle al rec lo tenemos muy claro. No te sabría decir un tema en concreto. Igual cuando tratamos el tema de los toros lo pudimos haber tratado mejor, pero bueno, a cualquier programa que revises le cambiarías cosas.
Creo que en No me llame Ternera es es la vez que más tenso le he visto. No sé si esa tensión era real.
Sí, sí que era real. Yo me quedé muy frío. Cuando acabó la entrevista me quedé como con un cierto vacío. No tenía muy claro qué íbamos a hacer con aquel material. Estaba todavía todo en nebulosa. Es una entrevista que no te permite la empatía y para mí la empatía es básica en las entrevistas. Yo cada vez hago menos entrevistas a cara de perro. No es lo que más disfruto y esta era a cara de perro. No tenía otra razón de ser. No podía ser de otra forma. Yo no podía sonreír con el invitado. Yo no podía hacer un chascarrillo, no podía hacer una ironía. Y a pesar de todo eso me han seguido llamando prácticamente etarra por sentarme con un señor de ETA.
Habría que intentar aclarar que es que no son sinónimos. Sentarse con alguien de una ideología determinada no significa que tú tengas esa ideología. Es más, la estás confrontando y estás confrontando con datos. Pero bueno, si te quieres quedar con la idea de que 'Évole es un amiguito de los etarras o de la izquierda abertzale', pues no tienes ni idea de quién soy yo. Ni idea. Están opinando desde un lugar que no sé muy bien qué legitimidad pueden tener estas personas que opinan tanto y que influyen en mucha otra gente.
Han pasado tres meses desde San Sebastián y tampoco se ha calmado mucho la cosa. Le acaban de amenazar de muerte en Twitter, ¿le había pasado con otro tema, solo es por hablar de ETA?
No se había dado el caso. Es la primera vez que leo una amenaza tan explícita en Twitter. También es verdad que la burbuja de Twitter es muy pequeña, lo tenemos sobredimensionado, entre otras cosas porque los periodistas informamos mucho desde Twitter, pero creo que no es para tanto. A veces cuando hay una polémica de estas de Twitter, que te crees ahí en el ojo del huracán, luego ese día sales a la calle y no va a haber nadie que te mencione la polémica que está sucediendo en Twitter. Nadie.
¿Es el terrorismo uno de los temas tabú de este país, de los que más molesta que se hable?
Creo que en concreto el tema de la unidad de España es bastante intocable. Y eso pasa tanto con el independentismo catalán como con el independentismo vasco, con la diferencia de que el independentismo vasco ha tenido una organización terrorista durante varias decenas de años sembrando el horror y el terror en gran parte del país. El independentismo catalán también tuvo esa rama que quedó extinguida en el año 91, con Terra Lliure, pero ETA siguió y siguió. Puede haber un cierto tabú, pero creo que tenemos que apostar por vencerlo. Es cuestión de ir machacando también con el tema. Si nosotros somos los primeros que nos plegamos a las primeras críticas, no vamos a acabar haciendo nada de lo que querríamos hacer.
Todo lo que está ocurriendo también hace pensar en el estado actual del periodismo, sobre por qué no hablamos de estos temas, por qué no queremos ser incómodos…
Yo tampoco me quiero poner ninguna medalla. Yo soy un privilegiado de esto. Yo sigo haciendo un tipo de televisión que ya no se hace porque la hacemos con unos medios que ya no se tienen o las empresas no quieren darlos. Si yo empezase hoy a hacer Salvados como empecé en su momento creo que tendría, como mucho, la mitad del presupuesto que tuve entonces. Estoy convencido. El periodismo es tiempo y dinero. Yo he podido hacer este proyecto durante tres años mientras iba haciendo otros en paralelo para pagarme los costes de los viajes a Euskadi, a París, los hoteles, las dietas… eso ha sido posible gracias a que se invierte en el producto. Yo no soy de llevar grandes coches ni nada de eso. Donde más disfruto gastándome lo que ganamos es en el propio programa.
Ha mencionado lo del periodismo de Twitter, que es algo que está muy a la orden del día, ¿qué sensación tiene cuando lee los periódicos?
No leo todos los periódicos. En eso he bajado mucho el pistón. Leo normalmente cada día en papel La Vanguardia. Y luego lo que vas pillando en internet, en las webs y en redes. En redes muchas veces te llega aquella noticia más jugosa que a ti igual se te ha pasado por alto, pero se ha convertido en una polémica de media tarde que sabes que no da para más. Creo que también estamos acostumbrando mucho al espectador al hecho extraordinario. Cada vez tengo más ganas de que no haya tantos programas especiales. Quiero un programa ordinario de algo. No quiero que haya nada especial porque nos acabamos inventando hechos a los que les damos una relevancia enorme cuando no la tienen. Hay cosas que no necesitan que tengas allí dos enviados especiales con el micrófono. Y además, si puede ser, pasando frío y nevando.
Tendemos a la hipérbole.
Sí, totalmente. Y creo que estamos desviando mucho el tiro, porque creo que no puede haber tantas horas de información. Hay demasiadas hojas de periódico. Hay demasiados minutos de radio y demasiados minutos de televisión dedicados a la información. Y como eso no se puede cubrir solo informando, pues se tiene que cubrir opinando, y entonces llenas los medios de opinadores que ya forman parte de una especie de minicirco en el que tú ya sabes lo que va a opinar el otro. Es muy eficaz hasta poner incluso una barrera por medio, como dos mesas, para que dé la idea de enfrentamiento. Creo que en eso estamos muy equivocados. Yo creo que este país está mucho más por el acuerdo que por el enfrentamiento. Lo que pasa es que los del enfrentamiento hacen muchísimo ruido.
¿Hay algún tema que no hayan podido conseguir?
Hay un montón que no hemos conseguido.
Hay un cajón de nombres…
Claro, alguno por presiones. No por presiones nuestras, creo que por presiones suyas. No sé si esto lo he explicado alguna vez, pero tuvimos un set montado en la casa de la Infanta Cristina y de Iñaki Urdangarin en Ginebra. Parte del equipo estaba ya desplazado allí, y esa entrevista, un día antes de que se hiciese, se canceló.
La monarquía entonces es uno de los grandes tabús…
Yo no sé si fue la monarquía, no sé quién fue… pero vamos, desde luego que había alguien que no quería que se hiciese esa entrevista.
Lleva muchos años haciendo esto, se han creado una personalidad propia pero, ¿cuesta no ceder a las presiones, también a las presiones de las nuevas formas de consumo?
Cuesta muchísimo porque hay tendencias, porque hay una manera de hacer las cosas que no sabes si va a ser la más popular. Nosotros no hacemos programas que digas ‘ay, qué comercial es este programa’. Y no te voy a negar que nosotros también cedemos a esa comercialidad. Hay programas que hacemos que igual no nos apetecería hacer, o nos gustaría hacerlos con otros invitados, pero tú sabes que en un horario comercial como el de La Sexta, a las 21:30, pues no te puedes permitir tampoco muchas virguerías porque necesitas que el público siga conectando, porque al final nos debemos a eso. Y aparte sí creo que tenemos vocación de hacer cosas para el gran público. Cuando las cosas no se ven tanto no estamos tan satisfechos. Otra cosa es que acabásemos haciendo una mierda para que nos mirasen, que yo no creo en eso. Yo creo que la gente es mucho más lista de lo que nos pensamos.
Vídeo: Nando Ochando