Él ha hecho siempre lo que ha querido. Cuando quiso rapear, rapeó; cuando le dio por la música urbana, la hizo; y cuando quiso reivindicar el folclore español se sacó de la manga un disco como El madrileño, que además vino acompañado de una gira de la que todo el mundo habló. Lo que nadie sabía era que debajo de aquella reunión de amigos en torno a una mesa que hizo tambalear estadios había un agujero de quemar billetes. Haciendo honor al refranero, desde su núcleo duro de confianza hicieron de la necesidad virtud y decidieron que ahí había un documental. Esta ambición desmedida es una tragedia en tres actos, como la describieron cuando lo estrenaron como película documental en el pasado Festival de San Sebastián.
Ahora esos tres actos son tres episodios de una serie cuya primera parte llega este lunes 22 a Movistar Plus+. Una serie que sirve, además, para intentar vislumbrar qué hay debajo de esa dichosa máscara. Para lograrlo han sido sus amigos (y socios) de Little Spain los que han producido y dirigido el trabajo. Un documental a seis manos, las de Santos Bacana, Cris Trenas y Rogelio González, que han sido nominadon al Goya. Mejor decir a ocho manos, porque está claro que todo se hace consensuado con el músico que ahora quiere ser cineasta.
Esta ambición desmedida ha sido película, ahora se presenta en serie… ¿siempre tuvieron claro que lo querían todo?
Santos Bacana: Hemos ido deseando todo. Cuando vimos que teníamos tanto material que considerábamos que estaba bien dijimos ‘esto es una serie’. Incluso llegamos a decir que más larga.
Cris Trenas: En su día llegamos a hablar de ocho episodios, pero luego vimos lo que costaba cerrar cada capítulo.
Santos Bacana: Además, últimamente ya se habla mucho de series más cortas. Más tarde empezamos a ver que había una peli y nos enamoramos mucho de esa idea y luego pensamos que por qué no serlo todo, a costa de trabajar el doble nosotros.
Pucho, ¿ha trabajado el doble?
C. Tangana: Yo he trabajado lo mismo. Cuando llegó el momento del montaje me quité un poco de en medio, pero si hubieran sido ocho capítulos hubiera sido el doble de ansiedad por mi parte, creo que ya es suficiente con el metraje que hay.
En la serie se han incluido escenas inéditas. En una se le ve en la Chocolatería San Ginés colocando el orden de las canciones que luego formarían El madrileño. Una imagen que incluso sirve como metáfora de su música, esa mezcla de lo cañí, lo tradicional y lo moderno.
C. Tangana: Sí, creo que en general somos bastante honestos con el resultado final. No nos funciona muy bien la impostura. Damos muchas vueltas a las cosas hasta que al final hacemos lo que haríamos de forma natural un día tomándonos unos churros en San Ginés. Entonces sí que nos representa. Pasamos mucho tiempo juntos, trabajamos mucho, hablamos mucho sobre nuestra vida, hay mucha convivencia…
¿Se ha discutido mucho?
Santos Bacana: Sí, pero hemos aprendido a hacerlo de forma constructiva.
Cris Trenas: Hacemos mucha gestión emocional.
Rogelio González: Nos damos la chapa todo el rato y creo que eso no se disfruta tanto sino se comprende más al de al lado.
C. Tangana: Sí, hablamos mucho. Yo creo que es como una relación, en donde al final hay una parte de disfrute, de amor y de admiración. Luego hay otra parte de compromiso, que es aprender a lidiar con la otra persona y dedicar una parte de tu tiempo a que eso vaya bien para que el resto de cosas sean fáciles y salgan.
Viendo esa escena yo lo que me he preguntado es si realmente puede ir a San Ginés a tomarse un chocolate con churros habitualmente o ya no.
C. Tangana: Hago una vida bastante normal, la verdad. Te sorprendería que ayer estuve en unas pistas municipales jugando al fútbol 7 o que el taxi me ha parado al principio de Gran Vía y me he venido andando.
Y ha llegado.
C. Tangana: Y he llegado.
Santos Bacana: Vas con gorra y mascarilla
C. Tangana: Voy haciendo mis trucos, pero también Rocío [Aguirre, su pareja] me hablaba de la capa de invisibilidad y es un poco eso. El otro día vi a Sebastián Yatra aterrizar en Madrid e iba al descubierto y dije, hostia, si Sebastián Yatra, que es mucho más famoso y más guapo que yo, no se queja, yo no me puedo quejar.
O sea que se puede hacer vida normal, entre comillas.
C. Tangana: Depende de cómo te lo tomes. Yo hubo un momento en el que no podía hacer vida normal, pero ya te digo que ahora mismo sí. Supongo que también depende de tus relaciones. Si tus amigos hacen vida normal o si mantienes los amigos que tenías antes, estás obligado. Si te empiezas a mover con otra gente, me imagino que podrás acomodarte a eso.
¿Había muchas líneas rojas en el documental?
Cris Trenas: No, la verdad es que no.
Rogelio González: A veces decíamos 'quita esto, por favor'. También lo que pasa es que la épica del rodaje luego no se corresponde con lo que sucede cuando lo ves en la pantalla. Ahí nos poníamos nosotros las líneas rojas.
Santos Bacana: El único que no puso líneas rojas fue Pucho, honestamente, los demás… Tú (señalando a Rogelio) una vez quitaste un plano porque salías rodando con el móvil.
Cris Trenas: No, no, no. No lo hemos quitado. Quiso quitarlo a toda costa y lo hemos dejado igual. No le hicimos caso. Tú sí has luchado por quitar algunas cosas tuyas.
Santos Bacana: Sí. Es que salgo cuatro veces dormido, una subiéndome la bragueta… Eso no es lo que yo proyecto de mí mismo.
Se ha mencionado la épica, y es curioso que hay un momento en el documental, el del primer concierto en el WiZink, en Madrid. Un concierto del que todo el mundo salió encantado y de repente sale Pucho y dice: "Esto es una puta mierda". El espectador no lo vivió así, no sé cuál es el grado de exigencia para que piense 'qué horror'.
C. Tangana: El grado de exigencia puede ser alto, pero es que el concierto de Madrid fue un desastre técnico. Hubo un momento en el que se apagó toda la consola y no sabían cuándo se iba a volver a encender. Me avisaron con 15 segundos y se hizo el silencio y me dijeron que el único micro que se iba a quedar encendido era el mío. Que iban a apagar todo y había que reiniciar y no sabían si iban a poder encender. Y delante tuya hay miles de personas y tienes un micro. Eso sucedió porque hubo errores técnicos por dentro. Me ha pasado como a Santos. Lo que yo proyecto de mí no es lo que he visto. Yo no soy un cenizo aguafiestas como salgo ahí. Quizás sí, y por eso también ahora me lo tomaría de otra forma.
El documental es un poco Gran Hermano, con gente pasando por el confesionario opinando. ¿Fue difícil escuchar eso o ya sabía lo que iban a decir?
C. Tangana: Lo que más me preocupa, o lo que más me preocupaba, porque al final me rendí y me quité de en medio, eran mis comportamientos y no los comentarios de la gente. Yo sé que aportan mucho al drama, pero no te gusta verte en algunas situaciones. Que mi prima se meta conmigo, no me afecta mucho.
Cris Trenas: Siempre decimos que en todas las entrevistas había el momento alabanza y resaltar todas sus virtudes y que decidimos…
C. Tangana: Decidieron que eso, mejor quitarlo.
Cris Trenas: Que todo el mundo dijera que es un genio no era interesante. Esas partes las hemos obviado, porque se da por hecho.
Esa ambición desmedida es el título del documental, una parte de la letra de Un veneno, y siempre se asocia con la ambición de Pucho, pero no sé si es también esa ambición algo que describe a Little Spain.
Santos Bacana: Originalmente no era algo que estaba en mi ADN ni en el de los demás. Ha tenido que ver mucho con el contacto con Pucho, que nos ha vuelto un poco ambiciosos.
Cris Trenas: Sí, nos ha contagiado esa actitud de que nunca nada es demasiado grande, que todo se puede conseguir. Es genial en cuanto a que te obliga a pensar en grande, aunque por otro lado viene a costa de ansiedades.
Santos Bacana: Sí, a veces dices ‘era feliz siendo indie’.
¿Cómo gestiona C. Tangana la ambición?
C. Tangana: Ambicioso tiene un sentido peyorativo para mucha gente, pero yo creo que no. Todas las cosas buenas, o las cosas importantes o relevantes que hayan pasado, y me da igual cuál sea tu ideología, requieren de mucha ambición. Una cosa es poner el éxito material por encima de cualquier cosa, pero eso no es la ambición. Que tú por ganar dinero seas capaz de hacerle el mal al mundo... eso no es ambición, eso es una idea concreta que se utiliza ahora, pero no tiene nada que ver.
La ambición habla de no ponerle límites a lo que tú deseas, a lo que tú quieres. Se puede ser muy ambicioso y muy realista. A mí la ambición me gusta en ese sentido. Lo de ser capaz de vender a cualquiera por conseguir un éxito material, evidentemente no, nunca. Nunca me ha definido eso ni me va a definir.
Hablando de ambición, por el documental están nominados al Goya, ¿ambicionan ganarlo?, ¿cómo viven la nominación?
Santos Bacana: La nominación ya nos sorprendió mucho. No teníamos referencias previas, lo que implica, las cosas que hay que hacer para ganar, o lo poco que está en tus manos. Al final dices: ya he llegado hasta aquí y ahora a gozar. Además es en Valladolid, que puede que a priori no sea la ciudad más sexy para pegarte una ceremonia, pero es donde está mi familia.
Cris Trenas: Es muy emocionante porque nosotros siempre teníamos la ambición de hacer cine. Solo haber estado en el cine ha sido una experiencia increíble, y estar en los Goya nos hace sentirnos parte de la industria.
Rogelio González: Eso es lo que más cuenta, que la industria te abra las puertas y de repente nos nomine a un Goya. Nosotros venimos de hacer videoclips y queríamos meter un pie aquí y te reciben así.
¿Ha servido como validación, tenían el síndrome del impostor haciendo cine?
Santos Bacana: Yo muy heavy, por ejemplo, en Donosti, me golpeó.
Cris Trenas: A mí me pasó lo mismo. Yo fui una semana antes del estreno a Donosti, estuve viendo pelis y pensaba, ¿pero de qué vamos?, ¿cómo vamos a poner ahora el nuestro después de haber visto esto? Pero creo que eso es inevitable.
Pucho, ¿alguna vez ha tenido eso de síndrome del impostor?
C. Tangana: Mi vida musical es una gran mentira, eso lo sabe todo el mundo. No, voy a empezar a cambiar ese discurso porque no es verdad. Pero sí, claro, es una constante. Toda la gente ahora mismo lo tiene, porque nos comparamos a tiempo real con lo que le pasa a todo el mundo, y entonces nadie está en la cima. En concreto, en el mundo creativo, para la gente como yo, que no tenemos técnica, ni formación, ni nada de esto, siempre es una constante sensación de que es mentira, de que no tienes las bases sólidas, de que no te mereces estar ahí. Pero hay que luchar contra eso. Sí nos lo merecemos. Hemos trabajado un montón y nos gusta mucho. Todos los días dormimos un poquito menos para poder hacer cosas guapas. Y tampoco sirve de nada decir que eres un impostor.
En el documental se le ve llorar, cuando canta con La Tana. ¿Ha servido este trabajo para romper la máscara detrás de un artista, o es importante mantenerla?
C. Tangana: Yo siempre había creído que sí, que la máscara era muy importante, pero ahora creo que no. El madrileño para mí era eso, quitarme un poco una máscara y dejar de tratar de ser algo. Empezar a hacer lo mejor que podía con lo que realmente era. La verdad es que el tema de la máscara es curioso, porque ya no sé hasta qué punto hay una parte que es exhibicionismo, otro punto que es buscar el morbo en tu vida porque eso a la gente le entretiene… estoy muy confuso con eso. Supongo que hay un poquito de cada cosa, pero yo estoy a gusto con ser cada vez más honesto y con tener menos máscara de momento. A lo mejor dentro de dos años me disfrazo de no sé qué y me cambio la voz, pero ahora mismo me gusta esto de ser abierto.
Cris Trenas: Ese momento que has mencionado del concierto de Madrid tiene mucho valor, y ese momento de La Tana fue muy emocionante ver a Pucho en el backstage. Es que incluso esa escena se ha quedado corta, porque te emocionaste tanto que hasta te encontraste mal.
C. Tangana: Sí, fue el único día que no me emborraché después del show. Es que cuando me bajé del escenario estaba malo. Bueno, es que vomité. Fui un poco a la fiesta, me tomé una manzanilla y me fui a dormir.
¿Da pudor ver esos momentos?
C. Tangana: Sí, me da pudor verme cuando estoy enfadado, cuando gestiono la frustración de una manera tan negativa, o cuando me enfrento a gente a la que quiero. Todo eso me da bastante pudor. Pero bueno, ya está aceptado.
Desde que se presentó la película siempre ha dicho que quiere dejar la música y hacer cine, ¿sigue pensando lo mismo o fue un calentón del momento?
C. Tangana: Nunca he tenido claro que quería dejar la música, excepto en las escenas del documental que se me ve decirlo. La música no la voy a dejar nunca. Me refería más bien a esa carrera. Esa idea de ser un artista profesional, que estás todo el rato tratando de ser noticia y teniendo temas, mirando a ver con quién tienes que hacer una colaboración… Pero desde luego estoy enfocado en el cine. Llevo años sin entrar al estudio años y llevo dos años trabajando con esta gente. Está claro que es en lo que me estoy enfocando ahora mismo.
¿Qué le interesa más, la parte creativa o como actor, que ya probó con Isaki Lacuesta?
C. Tangana: Me interesa todo. Creía que iba a empezar por la parte de la actuación porque me parecía lo más fácil para mí. Pero después de haber visto producciones que empiezan, desarrollos, cómo se escriben los guiones y todo eso, que es en lo que estamos trabajando ahora, creo que voy a poder dar el paso más rápido a escribir o a dirigir. Yo pensaba que iba a tener que hacer muchas películas actuando para entenderlo un poco, pero ha sido una especie de máster estos últimos años.
Lo que leo todo el rato es que dicen que va a sacar un disco de rap en 2024, ¿es cierto?
C. Tangana: Pues primera noticia, la verdad. Pero a lo mejor sí, no lo sé. Siempre me ha apetecido rapear. Hace mucho que no hago un disco estrictamente de rapear y puede pasar cualquier cosa. Además, la música tiene algo muy distinto al cine y es que yo me meto en el estudio y al día siguiente hay una canción. Y si esto lo hago diez veces, tengo un disco, entonces en cualquier momento puede salir música… o no.
Vídeo: Nando Ochando, Rocío Bermejo y Javier Cáceres