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'Victorian Psycho', "lo grotesco contado de manera bonita", el éxito editorial de Virginia Feito que A24 adaptará al cine

Aquella historia de terror psicológico y crimen que se desarrollaba en el ambiente adinerado de Manhattan tuvo tanto éxito que le permitió cambiar de profesión y dedicarse de lleno a la escritura. Ahora regresa con un libro sanguinolento y desquiciado de la mano de la misma editorial en castellano y de La Campana en catalán. Las traductoras han sido Gemma Rovira Ortega e Inma Falcó, respectivamente. En Victorian Psycho hay miedo y mentes trastornadas de nuevo, pero la autora ha decidido servir un menú de vísceras para provocar un poco de revoltura estomacal además de inquietud en los lectores.

El camino de esta novela desde la página en blanco hasta las librerías ha sido arduo. La escritora comenzó a trabajar en ella en 2020, pero no conseguía sacarla adelante. Al contrario de lo que le ocurrió con La señora March, que fluyó con facilidad, esta se le atragantó hasta el punto de llegar a dejarla de lado. El manuscrito no funcionaba, había que editar mucho y ella odia ese proceso, así que optó por huir hacia adelante y escribir un nuevo libro de éxito en un mes, como Charles Dickens con Cuento de Navidad. El plan no resultó como esperaba (era previsible) y por fin terminó la que se publica ahora.

Victorian Psycho está protagonizada por Winifred Notty, una institutriz con poca pasión por la enseñanza pero mucha por el asesinato, que llega a una casa habitada por nobles indeseables y sus criados. Feito la escribió en plena pandemia y quizá aquel ambiente tan extraño que se creó en el confinamiento influyó en la personalidad del personaje principal. “Yo estaba de un estado de ánimo muy agresivo y muy surrealista. Me notaba una ira dentro que tenía que vomitar y le tocó hacerlo a ella, la pobre”, comenta.

La evidencia de la influencia

Si con La señora March no cabía duda de que la autora conocía a La señora Dalloway de Virginia Woolf, las similitudes de algunos elementos de Victorian Psycho con American Psycho de Bret Easton Ellis son igual de evidentes. Tanto por el título como por la personalidad de los protagonistas, que disfrutan con el asesinato y el descuartizamiento por igual. “Me encanta esa novela, es una obra de arte. Es una de las cosas más asquerosas que he leído y también de las más bellas”, sostiene la escritora. “El lenguaje puede retratar cosas grotescas de una manera muy bonita. Creo que yo estaba intentando hacer eso”, afirma.

Si Ellis está presente, también lo está Charlotte Brontë con el trabajo de institutriz de Notty, la relación con su empleador o la referencia a la figura de ‘la loca del desván’. Como si su Jane Eyre hubiese entrado en barrena y hubiese decidido arreglar la situación al estilo de Uma Thurman en Kill Bill. En este sentido, hay un poco de reivindicación de la figura de la mujer encerrada en el ático por tener una conducta fuera de la norma, aunque también de cuestionamiento sobre si en algunos casos era buena idea sacarla de ahí. “Quizá había que, simplemente, acomodarla más en el ático” aventura la autora, entre risas. La propia vida de las hermanas Brontë también le sirvió de inspiración porque sus experiencias explican muchas cosas de sus escritos, principalmente en lo que tiene que ver con sus tormentos.

“Un día, Emily Brontë fue a dar un paseo por el páramo y se encontró con un perro rabioso que la mordió”, explica Feito, “así que cuando volvió a su casa, cogió la plancha, se cauterizó la herida y esperó unos días, a ver qué pasaba. Un lunes cualquiera en Yorkshire en 1846”. Esa escena, por ejemplo, sale en Victorian Psycho de manera muy similar porque para la escritora es una muestra de la pasión y la aventura con la que –ella supone– se vivía todo en aquella época. “Salir a la calle era una puta aventura de vida o muerte. Se aprecia la grandeza de la vida en todo, en cada momento, para bien y para mal. También te morías con 30 años, entonces tenías que darte prisa”, señala.

La cuestión de si la maldad es genética o ambiental está presente durante todo el libro. Si bien algunos detalles de la vida de Notty pueden dar pie a pensar que las circunstancias la han llevado a ser una asesina despiadada, otros sugieren que su predisposición es natural. La autora comenta que ha leído estudios que sostienen que los psicópatas no tienen ciertas conexiones químicas en el cerebro que generan empatía, pero otros afirman que esa ausencia viene dada por una infancia difícil o marcada por los abusos. “Es algo que me fascina y creo que la novela es un estudio sobre el mal en todas sus vertientes, porque todos los personajes están haciéndolo por razones diferentes”, declara.

Unas antiheroínas de cine

Las dos novelas de Feito tendrán su adaptación a la pantalla. La señora March está en manos de la actriz, directora y productora Elisabeth Moss, que adquirió los derechos nada más leer la novela. De momento, están en proceso de revisión del guion –“Tengo que entregarlo en breve, gracias por recordármelo”, comenta– y no hay fecha para empezar a rodar. Sin embargo, el plató de Victorian Psycho empezará a funcionar el próximo mes de marzo si no surge algún imprevisto. El proyecto está impulsado por A24, la productora del momento, dirigido por Zachary Wigon y protagonizado por Margaret Qualley (La sustancia). Feito es la autora de los guiones de ambas películas que prevé que serán muy diferentes. Parece que la primera será más fiel al libro que la segunda, aunque afirma que nunca se sabe por dónde van a ir los tiros una vez terminado el guion.

La adaptación cinematográfica no puede ser igual que la novela bajo ningún concepto. De pronto no hay presupuesto para hacer un establo, así que esa escena va fuera. Tampoco podemos matar violentamente a un bebé en pantalla, otra parte que hay quitar

Virginia Feito — Escritora

“Me estoy emocionando con cautela porque esto es Hollywood. A veces parece que todo es maravilloso y luego tardan diez años o colapsa o alguien se va”, especifica. En el caso de Victorian Psycho le da la sensación de que será una película muy original y eso le parece genial. Su guion podría convertirse en un musical o en ciencia ficción, pero no está inquieta porque se fía por completo del director. “La adaptación cinematográfica no puede ser igual que la novela bajo ningún concepto. De pronto no hay presupuesto para hacer un establo, así que esa escena va fuera. Tampoco podemos matar violentamente a un bebé en pantalla, otra parte que hay quitar”, explica. Lo mismo ocurre con la imagen de la protagonista: mientras que en el libro es una mujer gorda y fea, según la describen otros personajes, en pantalla tendrá el físico de una intérprete con una belleza indudablemente normativa. “Esto es Hollywood y si Margaret Qualey quiere hacer la película, yo feliz”, expresa.

El privilegio del éxito

Gracias a la buena acogida que tuvo su primera novela, Feito pudo dejar su trabajo en una agencia de publicidad y dedicarse de pleno a la escritura. Sin embargo, tampoco es que ese cambio de profesión supusiera un salto al vacío porque tenía un buen colchón en el que caer si su carrera literaria se acabase de pronto. La autora proviene de una familia más que acomodada –su padre fue el embajador de España ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico en París– y su educación se desarrolló en colegios de élite en la capital francesa y Madrid (uno americano y el otro británico). Además, se licenció en Literatura Inglesa y Arte Dramático en Inglaterra y residió durante un año en Nueva York con una beca. De ahí que escriba en inglés y La señora March se publicase un año antes en Estados Unidos que en España.

En todo este tiempo, su vida no ha cambiado demasiado. “Aparentemente sigo estando igual, con el mismo hombre, los mismos amigos y vivo en Madrid. Y si no me hubiese tenido que mudar, seguiría en el mismo piso”, sostiene. Lo que sí ha hecho la literatura es colmar un vacío que sentía, una emoción que compara con la de tener un hijo. “Yo no soy madre, pero lo más parecido a lo que siento que he escuchado es cuando alguna amiga a mi alrededor ha explicado que tener un hijo la había llenado, que no podía vivir sin ser madre”, afirma.

Por el momento, descarta volver al mundo de la publicidad si tiene que buscar de nuevo un trabajo ‘de despacho’ aunque tiene presente el dicho “nunca digas nunca”. Por si acaso, mantiene aquel email laboral por si tiene que regresar, pero sospecha que quizá no la querrían de nuevo porque no se le daba “tan bien”, articula. Tal y como le va en el mundo literario, no parece que vaya a tener que volver.

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