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Wanda Landowska, la mujer que escandalizó a la élite musical y convirtió en moderno un instrumento antiguo

En el ámbito de la música antigua, Wanda Landowska (Polonia, 1879 - Estados Unidos, 1959), fue una mujer polaca que no solo rescató el clave como instrumento, sino que redefinió toda una tradición interpretativa, inspirando a generaciones de músicos que han seguido sus pasos. En un momento en el que el piano había desplazado por completo al clave, la artista lo transformó en un símbolo de modernidad llevándolo de nuevo a las grandes salas de concierto, contribuyendo a la forma en que se aprecia el patrimonio sonoro en el mundo contemporáneo.

De hecho, reconocida como “una mujer muy moderna para su época”, Landowska se convirtió en toda una eminencia. En un contexto en el que la música antigua solo podía llegar a un público minoritario o a una élite más culturalmente cultivada, la artista logró que la sociedad de entonces la viera como “una opción estética a la que acudir” a través de una “experiencia de concierto” accesible a todo el mundo. “Consiguió democratizar y divulgar el universo de la música antigua, sobre todo desde que empezó a publicar grabaciones con gran tirada a partir de los años 20”, explica Sonia Gonzalo Delgado, historiadora y musicóloga encargada de comisariar el proyecto con el que la Fundación Juan March, junto a la investigadora Inés Ruiz Artola, rinde homenaje a Wanda Landowska.

Y es que, con tal de resaltar la importancia de su arte, la Fundación Juan March está organizando una serie de conciertos que recorren la vida y la obra de Landowska (hasta el 12 de febrero). Estos conciertos, además de servir para proyectar la lucha de recuperación de la música antigua que Wanda Landowska ha llevado a cabo, son una valiosísima oportunidad para reconocer a una de las grandes influyentes de su tiempo. “Fue una celebridad con la que muchos intérpretes querían trabajar, a la que muchos querían, admiraban e incluso imitaban”, cuenta Sonia Gonzalo a elDiario.es, destacando que su grandeza reside en que “reivindicó el clave como un instrumento moderno no solo en el ámbito de escucha, sino en el ámbito de la composición”. 

Wanda Landowska en el estudio del escultor Auguste Rodin a principios del siglo XX Wanda Landowska en el estudio del escultor Auguste Rodin a principios del siglo XX

Para comprender cómo Landowska se convierte en la figura pionera que es hoy día, su juventud supone una etapa esencial. La artista destacó por su interés en revitalizar compositores ya convertidos en leyenda como Johann Sebastian Bach, Jean-Philippe Rameau y François Couperin, a los que tomaba como máxima inspiración. Lo hizo desde un enfoque rompedor, diseñando su propia versión moderna del clave en colaboración con la fábrica de pianos Pleyel. Esto la alzó como “una artista que llegaba del pasado para transmitir una música del pasado”, pero desde “unos códigos enteramente modernos”. 

No obstante, su mirada visionaria la hizo tener que enfrentar polémicas debido a pianistas que intentaron cuestionar su fama. Sonia Gonzalo cuenta que, “quizás por envidia o por cuestiones meramente artísticas”, Landowska fue criticada por artistas que no entendían el rumbo musical que había decidido tomar. Puesto que, aunque era clavecinista, también era pianista y nunca había dejado de tocar el piano, una gran parte del sector no miraba con buenos ojos su convicción por fusionar ambos instrumentos. “Fue vilipendiada por aquellos que tradicionalmente habían tocado al piano a Bach, Scarlatti u otras obras importantes del repertorio histórico, según la tradición romántica del XIX”, dice la comisaria. 

Wanda Landowska y Manuel de Falla en los alrededores del Carmen de la Antequeruela en noviembre de 1922 Wanda Landowska y Manuel de Falla en los alrededores del Carmen de la Antequeruela en noviembre de 1922

Estos músicos “no entendían que una mujer con un clave” alcanzara la fama con “un repertorio que no pertenecía al universo femenino”, relata Sonia Gonzalo a este periódico, y aunque había mujeres que “alguna vez interpretaban piezas más de salón como Mozart o alguna sonata de Scarlatti”, desde luego que “no tocaban las grandes obras de Bach”, lo que Wanda Landowska sí hizo. La artista venía de una familia liberal culturalmente bastante nutrida y llegó a desarrollar una carrera extraordinaria en un ambiente en el que las mujeres solistas no eran la norma, optando por no tener hijos y dedicándose por completo a su arte. Lo hizo acompañada de Henry Lew, su marido, al que vio en él “un aliado con el que difundir su idea de la interpretación de la canción”.

A pesar de los obstáculos, Landowska logró imponer su visión artística y creó una “red de aliados” que “valoraban y potenciaban su carrera”, reuniéndose con compositores de la vanguardia musical para escribir obras para clave. Además, consiguió que no se la relacionase con las “heroínas de la estética prerrafaelita”, figuras femeninas típicas del siglo XIX, y siempre salía al escenario “enfundada en un vestido largo, negro y en silencio”, poniéndose unas “babuchas que no hacían ruido” para que pareciera que “levitaba”. “Construyó toda una estética nueva”, comenta Sonia Gonzalo. Para ello, creó un personaje que supo vender entradas, publicando artículos en la prensa desde 1919 y defendiendo en revistas musicales lo que luego hacía encima del escenario.

Wanda Landowska fue vilipendiada por quienes no entendían que una mujer con un clave pudiera conseguir la fama con un repertorio que no pertenecía al universo femenino de las pianistas de la época.

Sonia Gonzalo Delgado — Historiadora y musicóloga

Antes, su talento ya había llegado con éxito a España. La artista visitó el país durante su primera gira mundial, organizada por un empresario de cantantes de ópera y fundamental para gestar la imagen de diva que lanza al mercado internacional desde 1905. A partir de ese año y hasta 1936, Landowska volverá ininterrumpidamente a Madrid todas las temporadas excepto cuando está de gira estadounidense o cuando se centra en su trabajo discográfico, contribuyendo así a la consolidación de un movimiento de revalorización de la música antigua en España.

Pero sus visitas a la capital presentan un parón a partir de 1912, cuando, por culpa del estallido de la Primera Guerra Mundial, Wanda Landowska se queda internada como presa política en Alemania. No obstante, tal es la conexión que forja con España que mantiene muchísima correspondencia con empresarios del país, contactos que la hacen regresar a los años siguientes cuando retoma su carrera en 1919. “Como la Primera Guerra Mundial deja a algunos países muy minados, vuelve a España gracias a su red de contactos, aprovechándose de la situación española dentro del contexto de la Edad de Plata para retomar su trayectoria con fuerza”, explica Sonia Gonzalo.

De izquierda a derecha: Francisco García Lorca, Antonio Luna, María del Carmen de Falla, Federico García Lorca, Wanda Landowska, Manuel de Falla y José Manuel Segura (1922) De izquierda a derecha: Francisco García Lorca, Antonio Luna, María del Carmen de Falla, Federico García Lorca, Wanda Landowska, Manuel de Falla y José Manuel Segura (1922)

Sin embargo, lo más relevante de su vínculo con España es la colaboración que nace con Manuel de Falla, quien le dedicó Concierto para clave. Esta obra, escrita entre 1923 y 1926, es “el ejemplo paradigmático de lo que significó Landowska para la historia de la música en el siglo XX y la importancia que tuvo en España”, suponiendo para la artista “un terreno fundamental en el desarrollo de su concepción”. Se trató de la primera obra para clave solista de la modernidad, y vio la luz gracias al fruto de la estrecha amistad de la intérprete y el compositor gaditano, de ahí a que haya sido seleccionada como la primera cita del ciclo organizado por la Fundación Juan March, con la participación del clavecinista Mahan Esfahani y el Ensemble de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.

La segunda sesión del ciclo, Las Goldberg de Landowska en el nuevo clave Pleyel, se realizó con el clavecinista Benjamin Alard. El programa está dedicado íntegramente a las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach, obra que Landowska interpretó en grabaciones históricas, marcando un hito en la recuperación del repertorio para clave. “A partir de los 60 se dejó de fabricar el clave en la casa Pleyel, lo que hace que hoy, en vez de ser el instrumento moderno que fue hace un siglo, sea un instrumento histórico”, cuenta Sonia Gonzalo, destacando el principal incentivo de ese segundo concierto.

Benjamin Alard, en la Fundación Juan March Benjamin Alard, en la Fundación Juan March

El ciclo culminará el 12 de febrero con el concierto Landowska a través de sus textos, que fusiona música e interpretación teatral para ahondar en la vida de la clavecinista. Los actores Paloma Córdoba y José Luis Torrijo dramatizarán extractos de sus diarios, mientras el clavecinista Diego Ares interpretará obras de Landowska y compositores como Couperin y Rameau. Todas las sesiones son de entrada gratuita, que pueden reservarse desde una semana antes en la web march.es o desde una hora antes del evento en taquilla. Además, serán retransmitidas en directo a través de Canal March, YouTube, RTVE Play y Radio Clásica.

Wanda Landowska fue una artista visionaria cuya influencia sigue siendo esencial. Sin embargo, como señala Sonia Gonzalo, “todavía es una gran desconocida para el público melómano en general”. A pesar de ello, dejó “un importante legado discográfico” y una “gran herencia de discípulos en el mundo entero”, estableciendo incluso una escuela en Lakeville, Connecticut, tras huir de Europa en la Segunda Guerra Mundial por su condición de judía. Su figura poliédrica refuerza su carácter no solo de intérprete, sino sobre todo de creadora, haciéndola merecedora de “ser rescatada de un olvido general” e incluirla en la nómina de los grandes nombres del siglo XX, junto a figuras como Arthur Rubinstein o Pau Casals, con quien incluso llegó a tocar en España.

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