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Bong Joon Ho nunca falla, el regreso del director de ‘Parásitos’ es un divertidísimo 'blockbuster' contra Trump
El fenómeno en torno a su sátira contra los ricos comenzó en el Festival de Cannes, donde desde el primer pase fue la favorita de una Palma de Oro que finalmente ganó.

Pero lo de Parásitos fue mucho más. De repente, una película coreana arrasaba en taquilla en todo el mundo, convirtiéndose en uno de esos títulos que pasan rápidamente al imaginario popular. En España logró casi 8 millones de euros en taquilla. En EEUU más de 50, una cifra astronómica en un país donde no hay doblaje y la gente tiene alergia a leer subtítulos. El propio cineasta hacía referencia a esa barrera de los subtítulos cuando, meses después, lograra hacer historia convirtiéndose en el primer filme de habla no inglesa en ganar el Oscar a la Mejor película.

Por supuesto, Hollywood se tiró a la caza del director. No podían dejar escaparle tras un pelotazo tan grande, y Bong Joon Ho aprovechó para firmar una serie basada en Parásitos para HBO con los productores de Succession; y decidió que sería allí donde rodara su primer filme tras el Oscar, Mickey 17, la adaptación de la novela de ciencia ficción del mismo nombre publicada en 2022. 

Había, por tanto, muchísimas ganas de ver el regreso del director. En los últimos meses, los rumores sobre la poca confianza de Warner en el proyecto habían crecido. La compañía ha cambiado constantemente la fecha de estreno hasta emplazarlo en marzo, donde suelen colocar los títulos en los que no confían comercialmente, pero eso hizo que el festival de Berlín fuera el lugar perfecto para estrenarla y traer no solo a Bong Joon Ho, sino también a su protagonista, Robert Pattinson.

Después de ver Mickey 17 uno vuelve a confirmar que Bong Joon Ho nunca falla, el director sigue sin tener una película mala en su filmografía. Al revés, su nuevo filme, quizás el más ambicioso de su carrera en términos de presupuesto, hace creer en que otro blockbuster es posible, en que las majors pueden producir buen cine grande y espectacular. Joon Ho no se vende al mejor postor, y despliega en su película todos los elementos de su cine: el humor negro en ocasiones cercano al absurdo, los arrebatos violentos, la mala leche y la crítica al capitalismo que atraviesa todo.

Lo hace con la historia de un personaje gris que decide ofrecer su cuerpo para misiones de riesgo. Cuando muere en una de ellas, clonan su cuerpo y le insertan sus recuerdos para continuar en esta u otra misión realizada en un planeta al que la empresa de Mark Ruffallo quiere colonizar. Así, el Mickey del título llega hasta su versión 17, cuando le dan por muerto, pero no lo está, lo que provoca que se encuentre con su versión 18. Ambos acabarán envueltos en una revuelta social para evitar que se realice un genocidio contra las criaturas que pueblan este planeta.

Mark Ruffalo como un megalómano que habla como Trump en Mark Ruffalo como un megalómano que habla como Trump en 'Mickey 17'

Con todos esos mimbres construye una comedia de ciencia ficción cercana a la sátira donde vuelve a atacar al colonialismo, al capitalismo, a las grandes compañías y a los políticos y líderes autoritarios encarnados en un personaje al que da vida un Mark Ruffallo desatado e hilarante que sesea como Trump y que pone los morritos del presidente. Para el director, ese personaje no es solo en el que todo el público pensó, sino que “encarna a los dictadores del pasado que hemos experimentado”. 

“Tiene, de una manera cómica, todas las caras de los malos políticos que hemos experimentado. Por supuesto que tenía algunas personas como referencias, pero no políticos reales de este momento. Parece que estáis pensando en ciertos políticos modernos, pero hice este personaje inspirándome en el pasado. Como la historia siempre se repite, podría parecer que me estoy refiriendo a alguien del presente”, añadió.

Aunque fuera cierto, el hecho de que los seguidores locos de este líder lleven gorras rojas con lemas populistas no ayuda a pensar en el pasado sino en un presente al que Bong Joon Ho clava su bisturí con precisión pero, sobre todo, con sentido del espectáculo, el ritmo y la diversión. Si bien las dos horas y cuarto a veces pesan un poco, el filme se ve con gusto y con una sonrisa que muchas veces se convierte en carcajadas, como cuando Pattinson está a punto de realizar un trío consigo mismo y el personaje de Naomi Ackie.

El actor sigue demostrando su buen tino eligiendo proyectos y directores, y aquí despliega una vis cómica maravillosa en su doble papel. Se divierte, juega, prueba cosas y el espectador no tiene más remedio que rendirse a su salto al vacío. Un papel para el que confesó que se había inspirado en el Steve Buscemi de Fargo, sobre todo en su forma de hablar, que ya dejó muchos comentarios cuando se lanzó el primer tráiler de Mickey 17.

Bong Joon Ho consigue entregar un blockbuster con personalidad y devolver algo de fe en que las empresas intenten crear éxitos alejados de franquicias, secuelas y remakes, con directores que aporten su propia mirada. Ojalá muchos más Mickeys 17. Ojalá muchos más Bong Joon hos.

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