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Las reinas godas que recogieron en las leyes la preocupación de una futura España por la sexualidad, la maternidad o el aborto
El historiador Daniel Gómez Aragonés (Madrid, 1983) acaba de dar un paso más en su particular cruzada por traer al siglo XXI lo que él y otros investigadores llaman la “epopeya” de los godos, pueblos que arrancaron su peripecia vital en Escandinavia, pusieron el Imperio romano contra las cuerdas y, entre otros hitos, gobernaron Hispania entre el siglo V y el desembarco de los musulmanes en la península en ese año marcado en rojo en el calendario, 711.

Fue una mujer, la directora de la editorial La Esfera, Ymelda Navajo, quien le propuso dar un protagonismo femenino al mundo de los godos en su nuevo libro. “Lo vi muy interesante y me pareció el momento adecuado”, confiesa, sobre el germen, el minuto cero de Reinas godas. Las mujeres que pusieron la semilla de España, que ha llegado a las librerías hace pocas semanas. Reconoce Gómez Aragonés, autor de Bárbaros en Hispania (2018) o Toledo. Biografía de la ciudad sagrada (2022), que investigadoras como Henar Gallego Franco o María Rosario Valverde habían dedicado ya “muchos trabajos” a la cuestión femenina en este periodo histórico y que, a la hora de documentar este nuevo libro, el principal problema ha estado más en las propias fuentes.

“He tenido algunos cabreos con las fuentes históricas y la gente se preguntará si eso es posible: me cuestiono qué les hubiese costado mencionar el nombre de princesas, esposas o hijas que se ocultan, aunque siempre es cierto que no se pueden aplicar patrones mentales de nuestro tiempo al siglo V”, aclara. Pero, si bien el trabajo está enfocado en las reinas de este periodo (todas consortes, ninguna titular), y que no vivía igual una dignataria que una mujer común, el escritor ha realizado el esfuerzo de ir más allá para hablar de cómo vivían ellas en esta época. “Tal y como queda recogido en la legislación, una de las fuentes que más información nos ofrecen, temáticas como la maternidad, el aborto o la sexualidad ya estaban de actualidad entonces”, apunta.

Posible retrato de Gala Placidia, con sus hijos Valentiniano III y Justa Gratia Honoria Posible retrato de Gala Placidia, con sus hijos Valentiniano III y Justa Gratia Honoria

“La vida pública era para el hombre y la privada para la mujer, pero la ropa sucia se lavaba en casa, donde ellas tenían una clara preponderancia”, revela Gómez Aragonés, quien no duda en introducir aspectos clave para las mujeres de este tiempo que hoy rechinarían. Se refiere, por ejemplo, al ámbito de la heterodoxia —la hechicería o la magia—, donde las mujeres “ejercían un papel importante”, y en el que “surgen cuestiones interesantes, sugerentes y poco accesorias”. Otras esferas protagonistas tienen hoy una dimensión mucho más limitada: “La religión era entonces 24/7, como dirían los jóvenes de ahora; había figuras muy ligadas a este aspecto que preferían abrazar la fe a ejercer una vida civil”, añade el autor.

Gala Placidia y el libro

“No podría asegurar que sin Gala Placidia no habría libro”, pero casi, sugiere Gómez Aragonés. Se refiere a cómo justificar que este personaje, capital en la historia tardoantigua, sea el único que ha merecido un capítulo completo del libro… siendo más romana que goda. “No es goda, nadie lo dice, pero ¡ojo!, se casa con un rey godo, y no con uno cualquiera; se trata de Ataulfo, sucesor de Alarico, que además es el primer rey godo que pisa suelo hispánico”, precisa el autor.

En el apartado “Gala Placidia, una mujer de película”, Gómez Aragonés insiste en la idea de que, a pesar de tratarse de un matrimonio de conveniencia, entre Placidia y Ataulfo hubo una relación que fue más allá del puro interés político. “Reconozco que es una percepción, una sensación: cuando lees la descripción de cómo se desarrolló la boda, el hecho de tener un hijo que no se llamó ni Alarico ni Ataulfo, sino Teodosio, como el padre de ella, unido a la influencia que Gala Placidia tuvo sobre el godo… para mí es suficiente para pensar que, en efecto, hubo amor”.

Placidia fue, en todo caso, “una de las figuras más importantes del siglo V, diría incluso que una de las mujeres más importantes de Roma como monarquía, república e imperio”. El autor de “Reinas godas” toca finalmente la tecla para entender su dimensión exacta: “Su recorrido vital ayuda a entender el contexto político, militar y religioso de la Europa del momento”. Y eso que no hay maestro sin borrón. A Placidia y Ataulfo se les achaca su cuestionable papel como padres. “No es la primera vez que los padres son figuras deslumbrantes, pero sus hijos no están a la misma altura”, concede Gómez Aragonés, quien concluye: “Gala fue una digna sucesora de Teodosio, pero sus hijos Valentiniano III y Justa Gratia Honoria no fueron, ni de lejos, como ella; se suele decir que quizá pudo descuidar su papel como madre a causa de la política, que era un deporte de alto riesgo”, especula.

De Amalasunta a Baddo

¿Con qué reina visigoda se queda? Durante estas semanas de promoción del libro, la pregunta ha sido recurrente. Matiza el autor que el libro no solo se refiere a las mujeres que habitaron la península entre los siglos V y VIII, sino también aquellas cuyo papel destacó entre los ostrogodos, pueblos establecidos en Italia. De entre estos últimos, rescata a Amalasunta, “un personaje de dimensiones espectaculares”.

Busto de Gala Placidia (año 400 450) Busto de Gala Placidia (año 400 450)

Para calcular su relevancia histórica, a Gómez Aragonés le basta con decir que “se trata de la figura política más importante después de su padre, Teodorico el Grande, gran rey ostrogodo y personaje con más peso en el marco épico y legendario tras Carlomagno”. Así que, en este caso, Amalasunta sí fue una hija a la altura de su padre, que “consiguió llevar las riendas del reino a pesar de sufrir una oposición más interna que externa”.

Y ahora sí. Baddo es, para el investigador, una de las mujeres más relevantes del Reino visigodo. Para argumentarlo, Gómez Aragonés nos lleva de viaje a tiempos de Recaredo, año 589, cuando se produce un hito fundamental con la celebración del III Concilio de Toledo: los godos, cristianos arrianos, se convierten al catolicismo. “En las actas de Toledo, rubricadas por el rey Recaredo, sucede algo insólito: aparece también la firma de la reina Baddo; solo ese detalle me parece que tiene una fuerza simbólica espectacular”, enfatiza.

El papel de Amalasunta, de Baddo y de tantas otras mujeres en este periodo cobra aún mayor importancia si se tiene en cuenta que todas ella tuvieron que remar con el viento en contra. “Las circunstancias desfavorables y los prejuicios han acompañado a la mujer hasta, prácticamente, hace tres días”, precisa Gómez Aragonés, y a continuación argumenta: “Si todas estas mujeres aparecen en las fuentes es porque hicieron algo digno de quedar registrado en los libros de historia”.

Reina visigoda Egilona, en el libro “Mugeres célebres de España y Portugal” de Juan de Dios de la Rada y Delgado Reina visigoda Egilona, en el libro “Mugeres célebres de España y Portugal” de Juan de Dios de la Rada y Delgado

Esta última idea —la profunda huella de las mujeres en la aventura goda, pese a las dificultades— es una de las conclusiones de esta inmersión en el tránsito histórico entre la Antigüedad y la Alta Edad Media. En otra, Gómez Aragonés hace especial énfasis: “La historia de España está empapada de mujeres espectaculares y, en comparación con Europa, es algo de lo que podemos presumir”. Y para apoyar esta convicción, el investigador toledano enumera: “Tenemos a Urraca I, la primera reina titular de la Edad Media; a Berenguela, que facilita la unificación de Castilla y de León y, finalmente, a Isabel la Católica, la reina más importante de la historia de la humanidad; el rey más importante de España fue una reina”.

Las godas no fueron titulares, sino consortes, aunque, de alguna manera allanaron el complicado camino a las protagonistas femeninas que las sucedieron. Y ahora, en el libro de Daniel Gómez Aragonés y en multitud de investigaciones, se han propuesto ayudar a divulgar la epopeya de los godos, un tiempo todavía profundamente desconocido.

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