Garbala es autor de la trilogía La Puerta Oscura o de obras como Intruso con la que se alzó con el Premio Fundación Cuatrogatos 2025 y el Premio Gran Angular en 2024 —después de haberlo ganado también en 2006 por Donde surgen las sombras— y en la que explora cómo los adolescentes construyen su identidad sin dejar de ser susceptibles a las manipulaciones de los otros.
¿La literatura juvenil está denostada o respetada? ¿Cómo cree que se trata a la literatura juvenil en los medios de comunicación españoles?
Aunque es un género que ha ganado presencia, todavía estamos lejos del reconocimiento general que merece. Sigue habiendo diferencia muy clara con respecto a la literatura de adultos, y esto es algo que se ve claramente con la repercusión en los medios que tienen los premios de una u otra. Incluso los grandes. Hay una menor presencia de juvenil en programas de televisión o de crítica literaria en periódicos y revistas. De hecho, tiene mucha más presencia la infantil. Es como si los padres necesitaran mediación o asesoría sobre qué pueden ver sus niños y luego está la de adulto. Pero, ¿y la del medio, la de los jóvenes?
Hay detalles curiosos, como la organización de festivales o jornadas literarias. Ahí la presencia de la infantil y juvenil es muy poca. Un ejemplo es el de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante del mundo en lengua hispana: en la edición de 2024 el Ministerio de Cultura invitó a más de 150 autores. De juvenil solo se nos llamó a cuatro. Y España es una potencia en literatura juvenil e infantil. ¿Hay una feria internacional y los que no van son los que más ventas generan, los que más facturan? Es alucinante.
España es una potencia en literatura juvenil e infantil. ¿Hay una feria internacional y los que no van son los que más ventas generan, los que más facturan? Es alucinante
Parece algo que ocurre un poco con los adolescentes en general. No se les hace mucho caso porque se concibe como un momento de paso en la vida.
Exacto. Yo creo que hay un problema en pensar que es algo así como un puente mientras va creciendo como lector hasta ser capaz de leer como un adulto. Los que nos dedicamos a esto profesionalmente sabemos que no es un puente, sino que tiene entidad propia. El perfil del lector joven es una categoría en sí misma, no es solo una transición. Y la literatura juvenil no es un género menor, no es menos difícil que la de adultos. Con esto nos enfrentamos a un prejuicio asentado que nace de la ignorancia: viene de personas que no leen juvenil, que no saben de lo que están hablando. A veces, cuando leo artículos de opinión sobre el tema me dan ganas de preguntar: ¿pero usted qué es lo último que leyó de juvenil?
Hay una idea establecida de que lo que hacemos es de baja calidad. Y no. En la literatura de adultos hay obras maravillas y obras terribles. Pues en lo nuestro igual: puedes encontrar mucha calidad narrativa. Son las etiquetas preconcebidas las que nos hacen daño.
Se dice que en España se lee poco, que los jóvenes leen poco. Pero son estos, junto a las mujeres, los que más leen según los datos del Ministerio de Cultura. ¿Cuál es su visión como escritor?
Se ha dado un mensaje muy esperanzador con el tema, pero querría matizarlo a través de mi visión como autor que visita muchos centros escolares para charlas. Creo que, en el caso de los jóvenes, hay tres bloques polarizados: por un lado, está el que lee mucho y de forma autónoma. Es decir, por placer. Por otro, el que no lee absolutamente nada, que rechaza la lectura. Y, finalmente, hay una masa que no rechaza la lectura, pero que tampoco la ha incorporado en sus alternativas de ocio voluntarias. Esto quiere decir que, cuando hay que leer porque se lo piden en su instituto, lee bien y lo disfruta, pero nada más.
También cabe destacar que, en la época tan visual que vivimos, las alternativas de ocio audiovisual son muy potentes, además de pasivas, mientras que la lectura implica una exigencia y concentración mayor. Y en un momento de tanto estímulo como el que estamos viviendo supone todo un reto. Lo que tengo claro es que hay que rechazar la idea que los jóvenes no leen. Sí leen y se hacen cosas muy interesantes en internet con la literatura, como los booktubers.
En los jóvenes hay tres bloques: por un lado está el que lee mucho y de forma autónoma, por placer. Por otro, el que no lee absolutamente nada, que rechaza la lectura. Y, finalmente, hay una masa que no rechaza la lectura pero que tampoco la ha incorporado en sus alternativas de ocio voluntarias
¿Cómo compite una novela con TikTok, YouTube o Instagram?
Mal [risas]. Los jóvenes que leen también tienen TikTok, Instagram, etc. La cosa no es incompatible. El problema es que las redes y su eterno scroll absorben muchísimo tiempo y, probablemente, tengamos que aprender de nuevo, tanto adultos como jóvenes, a integrar la literatura por diversión en nuestra vida cotidiana.
Últimamente se habla mucho de la polarización y derechización de los adolescentes, sobre todo de los varones. ¿Cómo percibe usted que se están desarrollando sus sensibilidades políticas?
Vivimos un momento en el que, creo, nos acercamos a los contenidos sin reflexión previa. Un momento en el que, por esto mismo, triunfan tanto las noticias falsas. Nadie comprueba las fuentes, tenemos asumidos unos discursos preestablecidos y tiramos con ellos. Y si esto pasa con los adultos, imagínate los jóvenes que tienen menos herramientas para discernir lo que se les pone delante, que se están formando como personas.
Los algoritmos condicionan el contenido que llega a los distintos perfiles, y el perfil del joven es más susceptible a la manipulación, donde cala con especial facilidad determinado discurso porque todavía no tienen la suficiente formación para detectar los sesgos, y sobre todo porque están acostumbrados a asumir contenidos. No veo interés en informarse, en cuestionar, argumentar. Es decir, el joven adopta posiciones, posturas ideológicas, pero no se preocupa de construir una argumentación ni de sustentarlas.
No veo interés en informarse, en cuestionar, argumentar. Es decir, el joven adopta posiciones, posturas ideológicas, pero no se preocupa de construir una argumentación ni de sustentarlas
En el Intruso hay una crítica a los modelos masculinos dominantes. Ahora que vivimos un repunte del machismo y la machoesfera, ¿cómo lo vive como autor y qué papel cree que tiene la literatura para frenar o hacer pensar a los jóvenes sobre este tipo de conductas?
La primera afirmación que voy a hacer es que los jóvenes están hartos de sermones. Son poco eficaces. Hacen que casi pongan en piloto automático, no escuchan, se ha perdido la eficacia. Y yo he descubierto, en los encuentros que he tenido, que la literatura permite abordar temas importantes de una forma mucho más natural, de una forma que les hace entrar. Y ya no es un sermón.
Si una novela introduce cuestiones que suscitan debate, este surge de manera natural y se opina, se escucha. Me parece que a nivel de centros escolares, incluso a nivel de familia, creo que tanto la literatura como el cine pueden abordar temas sin que ellos adopten una predisposición hostil.
En Intruso, la trama se desarrolla en un centro penitenciario de menores. ¿Por qué le interesaba este espacio?
El mundo de los delitos cometidos por menores ya es un universo propio que forma parte de nuestro mundo, pero que es muy desconocido. Roza el tabú, de eso no se habla, y me interesaba este mundo vinculado con el error. A mí me gustaría abordar el tema de que las personas normales son personas que no siempre son buenas ni malas. De que todos podemos cometer errores y pagar sus consecuencias. Quería bucear en esa escala de grises y qué pasa cuando el protagonista es un adolescente. Abordar lo que implica la soledad de que te arranquen de tu vida, de tu entorno. Porque una cárcel para menores, en definitiva, es una especie de tierra de nadie. Te sacan de tu vida y de pronto estás allí rodeado de desconocidos.
A mí me gustaría abordar el tema de que las personas normales son personas que no siempre son buenas ni malas. De que todos podemos cometer errores y pagar sus consecuencias
¿Qué reflexiones ha despertado en los adolescentes con los que ha hablado?
Quería poder hablar del derecho a pedir perdón, de las segundas oportunidades. Es una cuestión que con los chavales da mucho juego, se presta al debate. Es una novela incómoda porque te obliga a empatizar no solo con la víctima sino también con el presunto agresor. Y eso es un tema más delicado. Se paran a pensar y a la hora de juzgar se vuelven más prudentes, se dan cuenta de que esto no es tan sencillo.
Hablamos de cómo la familia y el entorno condicionan nuestro punto de partida, de cómo alguien normal también puede hacer cosas muy feas, del acoso en los institutos y sus consecuencias.