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El teatro que nadie conocía de Luis Martín-Santos muestra su lado más existencialista

El espectador se siente como el protagonista de la novela de Herbert George Wells, La máquina del tiempo. Pero aquí no habrá morlocks, elois ni otras criaturas fantásticas, sino un pedazo de un autor de teatro que no fue, de un teatro de la idea y la palabra, existencialista y shakesperiano, que miraba al mundo en una España irrespirable.

Debido al centenario del nacimiento del autor, la familia, buscando en los papeles personales durante la pandemia, dio con seis obras de teatro de las que nadie había tenido noticia. Piezas que acaban de ser publicadas junto con otras dos novelas inéditas, narrativa breves y otros escritos clínicos, en Galaxia Gutenberg. Entre ellas, se encuentra Viaje hasta el límite. “Es una obra de temprana madurez”, dice el teatrólogo Fernando Doménech que ha realizado el estudio de la edición dedicada al teatro del autor. “Es quizás la obra mejor construida de las seis, lo primero que te llama la atención es lo bien construida que está, algo que en el teatro de muchos novelistas no pasa”, argumenta. 

Eduardo Vasco cuenta a este periódico que en cuanto supo que Doménech estaba realizando el estudio de las obras lo contactó para poder leerlas. “Fue justo antes de entrar como director del Teatro Español, y sí, yo también tuve claro como Fernando que Viaje hasta el límite era la que había que llevar a escena”, recuerda. 

La obra es un viaje al fondo oscuro de una familia burguesa al mismo tiempo que a los rincones de la psique humana, “no hay que olvidar que aparte de escritor fue un gran psiquiatra, eso se ve en la construcción de personajes de la novela, son personajes complejos, contradictorios, sobre todo ella, Gloria”, comenta Doménech sobre el papel que interpreta Lara Grube, una mujer más joven que su marido, Pedro (Ernesto Arias), hombre adinerado con quien se casa y que ya cuenta con un hijo (Luis Espacio). El conflicto llegará con la irrupción de un intruso (Agus Ruiz) que primero engatusará al hijo y luego a toda la familia para que le presten su dinero para un negocio que es claramente una estafa. 

Una escena de 'Viaje hasta el límite', de Luis Martín-Santos Una escena de 'Viaje hasta el límite', de Luis Martín-Santos

Luis Martín-Santos, el renovador de la narrativa española, el que ensanchó el realismo social, experimentó con el lenguaje como un James Joyce de la Mancha, el hombre destinado a reformar la psiquiatría en este país, el pendenciero junto a su amigo Juan Benet, el socialista en la clandestinidad que visitaría la cárcel… Uno de los mitos de nuestra literatura que en un fatídico día de 1964 moriría con 39 años tras empotrarse con un camión en Vitoria camino de San Sebastián. Pero, ¿qué teatro escribía?

“Durante su estancia en Madrid a lo largo de seis o siete años, Luis residió en una pensión de la calle del Barquillo, n.º 22, esquina a la calle Prim, un inmueble contiguo al Teatro Infanta Isabel que, dedicado en aquellos años a las comedias de Adolfo Torrado, Leandro Navarro y, posteriormente, Alfonso Paso, no honramos nunca con nuestra presencia”, cuenta su amigo Juan Benet sobre la época en que escribió esta obra de teatro.

“El teatro de Martín-Santos es muy deudor del teatro que se estaba haciendo en ese momento, pero no en España. Es un teatro de la palabra y de la idea, donde los personajes exponen también pensamientos”, intenta delimitar Doménech. “No hay nada más que ver su biblioteca y ver cómo aparte de los griegos, estaba todo el teatro de los franceses, por supuesto Jean-Paul Sartre, que lo influenció mucho en filosofía, pero también Albert Camus, Jean Anouilh y Jean Girardoux. Pero quizá la gran influencia es la del americano Eugene O’Neill: tenía todo su teatro en ediciones argentinas, en España no había manera”, continúa. 

El Teatro Español, ¿templo del repertorio?

Eduardo Vasco está de enhorabuena en su primera temporada como director. Una temporada que empezó por todo lo alto con el éxito de Luces de Bohemia de Valle-Inclán. Vasco comenzó allá por los noventa montando obras de sus compañeros de generación como Yolanda Pallín o Ignacio García May y levantando obras de otras de sus pasiones teatrales, los clásicos del Siglo de Oro. Ha sido director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y gran asiduo de los grandes teatros públicos. Pocos directores hay con su bagaje en España. 

El teatro de Martín-Santos es muy deudor del teatro que se estaba haciendo en ese momento, pero no en España. Es un teatro de la palabra y de la idea

Su apuesta como nuevo director del Teatro Español por un teatro de repertorio y por la figura del autor de literatura dramática no convenció a todos e incluso fue leída como parte de una guerra cultural. Por eso está un tanto sonriente y tranquilo: sus tres grandes propuestas este año, el Luces de Bohemia, que ya ha anunciado que se repondrá en enero de 2026, Natacha de Luisa Carnés, e Historia de una escalera de Buero Vallejo, han colgado nada más estrenarse el cartel de “agotadas las entradas”. “Estamos viendo la posibilidad de remontar Historia de una escalera también”, confiesa a este periódico. 

Dentro de un mes presentará la nueva temporada y se le ve seguro y confiado en el plan que ha trazado para el teatro: “Creo en un teatro no como gran contenedor cultural donde se programan obras, sino en un espacio con identidad y un especial vínculo con el espectador. Y ese vínculo en el Español lo estamos creando a través de la literatura y del repertorio. Creo que es lo que necesitaba esta ciudad: la cultura tiene que ver también con las oscilaciones, y en esta ciudad durante mucho tiempo predominó un teatro de creación, más experimental y moderno. La gente también se cansa y demanda otras cosas”. 

Una opinión polémica. Los autores contemporáneos de teatro le achacan haberles dejado sin otro espacio más en un sistema teatral donde es muy difícil estrenar. Vasco ha declarado que en el Español se montarán obras que lleguen hasta la generación del Premio Marqués de Bradomín, una generación nacida en los años sesenta. Ante las críticas, el director replica: “Nosotros estamos cubriendo un hueco, los autores posteriores ya tienen otros espacios como el Centro Dramático Nacional o el Teatro de la Abadía”.

El reparto de 'Viaje hasta el límite' durante una escena El reparto de 'Viaje hasta el límite' durante una escena

Al señalarle que, aparte de estar estrenando la obra de un socialista convencido, esta temporada los triunfos han llegado desde autores claramente de izquierdas, Vasco se sonríe y dice que hoy la profesión ya no piensa de un modo ideológico, sino teatral, para luego, sin amedrentarse un mínimo, defender una clara prominencia intelectual de la izquierda en el teatro del siglo XX: “El problema desde la posguerra es que hay un teatro que fue referente del Régimen, pero que no supo enraizar con lo popular. Hablo por ejemplo de José María Pemán. Pemán ahora mismo no solo es irrealizable porque tenga un tipo de pensamiento u otro, es que su estética es muy poco recuperable. He estudiado muy bien toda esa época y es que no hay por dónde coger. Alfonso Sastre y Buero Vallejo son nuestros dos referentes de la segunda mitad del siglo XX. Y después ya en los setenta y ochenta son Sanchis Sinisterra y José Luis Alonso de Santos”, afirma.

En esta ocasión, Vasco sabe que el proyecto es más difícil. Aun siendo Martín-Santos, el director es consciente de la dificultad de una obra escrita hace tanto tiempo y totalmente desconocida. “Desde que la leí lo primero que me llamó la atención es que ves que detrás hay un escritor”, comenta para luego señalar las similitudes de Viaje hasta el límite directamente con el Rey Lear de Shakespeare. “Aparte de la similitud de un patriarca que reparte su reino entre los suyos, la obra me recuerda profundamente a la del dramaturgo inglés en su segunda parte, cuando Pedro decide irse solo”, analiza.

Ahí, el realismo de la obra vira. Pedro se irá en silla de ruedas, le acompañará su criada (una estupenda Eva Trancón), Vasco hará que la escenografía del chalé donde ocurre la obra se rompa y aparezca un páramo donde “el drama burgués se diluye y comienza un teatro de ideas, apasionado, muy francés, pero al mismo tiempo muy a lo Shakespeare”. “El marido y la sirvienta me recuerdan mucho al bufón y a Lear perdidos en la intemperie”, explica Vasco al que también la obra le recuerda a Final de partida de Becket. “Sé que no es posible, se escribió después, pero uno nota esos ecos al leerlo”, dice el director, que justo en esa escena se permite una composición que juega con el código del payaso becketiano. 

Para el montaje, Vasco introduce una estética de film noir de los años cincuenta, más americana que española: “No creo que en esta obra estuviese haciendo una crítica directa a la España de entonces”, apunta el director, “la obra es más universal, trata temas como el poder y la psicología de unos personajes atrapados, es increíble el conocimiento del alma humana que Martín-Santos refleja en la obra”. Gracias a ese giro y esa estética donde suena el Wild is the wind de Johnny Macis aparecen ecos en la obra del teatro no solo de O’Neill, sino también de Tennessee Williams. Así, el Pedro de esta obra de Martín-Santos recuerda al Big Daddy de La gata sobre el tejado de zinc, por ejemplo. O el personaje de ella, de Gloria, se emparenta a la complejidad de Alma Winemiller en Verano y humo.

Martín-Santos escribió teatro desde joven hasta casi su último año de vida. Escribía obras en su despacho sabiendo que nunca podría estrenarlas en España. Hoy tenemos estas seis obras rescatadas del olvido. Viaje hasta el límite es un buen lugar para comenzar. Además, el Español estrenará el día 15 una obra sobre un cuento inédito que también acaba de ver la luz en la sala pequeña, Condenada belleza del mundo, obra que estará dirigida e interpretada por Luis Sorolla y Miguel Valentín.

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