La jefa de la diplomacia europea plantea eurobonos para financiar el aumento del gasto en Defensa, aunque Von der Leyen, en plena campaña electoral en Alemania, ha esquivado el tema; otra opción es usar los cerca de 90.000 millones sin ejecutar de los fondos de recuperación
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El sentimiento de urgencia respecto al incremento del gasto militar se ha multiplicado en Europa en los últimos diez días después del órdago que lanzó la Administración Trump al sugerir que dejaría de ser el paraguas de seguridad para el Viejo Continente, como lo ha sido en las últimas décadas.
La estimación que manejaba la Comisión Europea es que se necesitarían 500.000 millones de euros la próxima década para poner a punto la seguridad y la defensa del continente. Una enorme diferencia en comparación con el cálculo que hace, por ejemplo, el think tank Bruegel, después del anunciado abandono por parte de EEUU. Esa entidad considera que el incremento anual debería ser de 250.000 millones de euros. La agencia de riesgos financieros S&P ha calculado que la UE debería aumentar unos 833.000 millones de euros al año para llegar el 5% del PIB en gasto en defensa que ha planteado Trump. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha rebajado esa ambición, pero ha situado el objetivo en “considerablemente superior al 3%” frente al compromiso del 2% actual.
De dónde sacar ese dinero es el principal problema para la UE, que ya se encuentra en una situación delicada respecto a la competitividad de su industria frente a EEUU y China. Lo que ya está claro es que las partidas destinadas a seguridad y defensa experimentarán un incremento sustancial en el próximo presupuesto europeo. No obstante, todos coinciden en que no se puede esperar a que el Marco Financiero Plurianual para el periodo 2028-2034 esté en vigor para actuar.
Alivio a la disciplina fiscalBruselas ha planteado un cambio en las normas de la disciplina fiscal para permitir a los estados miembros incrementar sustancialmente su gasto nacional. Lo que hará la UE a grandes rasgos es no tener en cuenta esas inversiones a la hora de calcular el déficit y la deuda, dando un mayor espacio fiscal para que se puedan disparar.
Un mensaje en el que coinciden muchos dirigentes europeos es en la necesidad de tener una mayor coordinación de las necesidades. “No se trata de gastar más sino de gastar mejor”, ha repetido últimamente Pedro Sánchez. Lo que subyace detrás de esa afirmación es que el esfuerzo no se haga solo a nivel nacional, sino como conjunto en la UE, y eso exige algún instrumento en línea con los fondos europeos que se pusieron en marcha durante la pandemia.
La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, ha abierto la puerta a esa posibilidad. En una entrevista en Bloomberg, la estonia defiende los eurobonos para el gasto en defensa así como reubicar los 93.000 millones de euros que no se han gastado de los fondos Next Generation para ese tipo de partidas. “Se trata de una financiación a corto plazo en la que tenemos que encontrar realmente cómo podemos utilizar el apalancamiento y actuar realmente rápido. Pero también es la financiación a medio y largo plazo lo que tenemos que estudiar”, ha reconocido Kallas.
A favor de la emisión de deuda conjunta se ha mostrado abiertamente España y en esa posición siempre han estado los países del sur. Esta vez también se suman otros como Polonia y los bálticos, que normalmente entran en el paquete de 'los halcones' contrarios a ese tipo de herramientas de endeudamiento. En el bloque favorable hay discrepancias de matiz, pero que pueden marcar la diferencia. España apuesta por que la deuda conjunta sirva para financiar los “bienes europeos”, un amplio abanico de prioridades en el que incluyen cuestiones como la seguridad energética o las interconexiones eléctricas. Sin embargo, los países del este circunscriben la medida al gasto militar.
El fantasma de una crisis por la deudaEn todo caso, sigue habiendo países totalmente opuestos a la deuda conjunta. Incluso algunas capitales muestran sorpresa respecto a la posibilidad de que aumente la cifra que pretende alcanzar la Comisión Europea, que según el comisario de Defensa asciende a 700.000 millones. “Eso significaría que tendríamos que usar bonos de defensa o eurobonos, y no veo que eso vaya a pasar ni antes de las elecciones en Alemania, ni después”, señala una fuente comunitaria.
El actual gobierno de Olaf Scholz ha cerrado la puerta, pero el candidato de la CDU, Friedrich Merz, favorito ante las elecciones de este domingo, también ha mandado un mensaje rotundo al mostrarse “muy preocupado” por una nueva crisis financiera por el elevado endeudamiento. “Será una crisis de deuda soberana. No sabemos cuándo llegará. No sabemos de dónde vendrá, pero vendrá”, dijo a Politico.
Austria y Holanda están también en el 'no'. “No creo que más deuda pública sea el camino a seguir. Necesitamos defensa y una economía fuerte, pero más deuda no lo es”, afirmó a principios de semana en Bruselas el ministro de finanzas holandés, Eelco Heinen.
“Desde una perspectiva macroeconómica, un aumento del gasto en defensa financiado con deuda debería impulsar la actividad económica europea en un momento en que la demanda exterior puede verse socavada por la próxima guerra comercial”, recoge el think tank Bruegel, que apunta, además, a que las compras a gran escala permitirían a la UE lograr menores costes de producción. “A corto plazo, este aumento del gasto debería financiarse con deuda, tanto por razones políticas como económicas. Pero la financiación tendrá que aumentar de forma permanente”, señala este laboratorio de ideas en un artículo.
Presión sobre CalviñoEn lo que sí hay un consenso en la inmensa mayoría de capitales, a excepción de las tradicionalmente neutrales, es en la necesidad de que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) que preside la española Nadia Calviño aumente el crédito que dedica a proyectos de seguridad y defensa. Los estados miembros, que son los accionistas del BEI, decidieron darle a la entidad un rol específico para incrementar su participación en la financiación del sector.
El pasado mes de mayo se cambiaron las reglas internas de la entidad para rebajar los límites que tenía para invertir en proyectos de doble uso (civil y militar) y facilitar de esa manera la inversión específica en proyectos de defensa. Con esa modificación de las normas del BEI, que supone que ya no se tienen que invertir en proyectos que destinen al menos el 50% para uso civil, se han incrementado las inversiones.
No obstante, están muy lejos de las cifras que se estiman necesarias. En 2024, se destinaron 1.000 millones a ese sector del total de 89.000 millones que movilizó el BEI. La previsión de Calviño es que esa cifra se duplique en 2025 y se resiste a financiar el armamento como tal. “No somos un Ministerio de Defensa”, dijo en la presentación de los resultados en una rueda de prensa en Bruselas en enero. Al día siguiente, 19 líderes de la UE, entre ellos Pedro Sánchez, le instaron a hacer más. “El BEI debe seguir explorando nuevas vías para desempeñar un papel aún más destacado en la financiación de inversiones y el apalancamiento de financiación privada para el sector de la seguridad y la defensa”, señalaron en una carta.