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El robo de cobre, el 'sabotaje' que ahonda los problemas ferroviarios

El robo de cobre, el

La mayor parte de los hurtos de cable se produce en entornos urbanos, mientras que la incidencia del domingo, en puntos de Toledo, supuso la sustracción de 150 metros de cable valorados en 300 euros

Óscar Puente insiste en un “sabotaje” en el AVE Madrid-Sevilla: “Son robos de cable de escasísimo valor y una acción coordinada”

Un robo de cable en diversos puntos de Toledo derivó en la tarde y noche del domingo en un nuevo terremoto para las operaciones ferroviarias cuando aún no se había cumplido una semana desde el apagón que dejó sin luz a toda la Península.

De nuevo, trenes que no pudieron llegar a su destino y miles de viajeros afectados. No es la primera vez que un robo de cobre interrumpe la circulación ferroviaria, pero en esta ocasión la cantidad de cable sustraído, unos 150 metros, y su escaso valor –unos 300 euros– han llevado al Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible a pensar que más que un hurto fue un sabotaje premeditado en plena vuelta del puente del 1 de mayo.

“Es una acción bastante coordinada”, aseguró el ministro de Transportes, Óscar Puente, en una entrevista en la Cadena Ser. “Quien lo hacía, sabía perfectamente dónde iba, porque es una zona donde no hay cámaras. Y el rédito económico que se obtiene de una operación de estas características es absolutamente despreciable frente al enorme daño que se causa”, concluyó. 

En cuanto a qué ocurrió el domingo, el robo de esos 150 metros de cable se produjo en cinco puntos en un radio de unos 10 kilómetros. En todos ellos se accedió a la vía rompiendo la alambrada de seguridad. Eso ha llevado, según Transportes, a plantear que se trate de una acción “coordinada” y “deliberada”, que causó “estragos” y un “enorme daño”, aunque aún no hay estimaciones completas al respecto. 

“Se ha cortado un cable de seguridad, que sensoriza las vías y permite saber dónde está el tren. Si se sustrae deja a ciegas la vía”, explicó el Ministerio. Es decir, lo que se robó es el cable que permite saber si hay o no un tren en la vía y dónde se encuentra exactamente ese convoy. Además, la circulación ferroviaria requiere contar con un espacio limpio por delante, de bastantes kilómetros, para saber que no hay otros trenes en una zona de seguridad. El cableado manda una señal que indica que los trenes no tienen obstáculos por delante y, ante la falta de esa certeza, cuando estos pudieron operar tras el robo en la ruta entre Madrid y Sevilla, la velocidad se limitó a un máximo de 40 kilómetros por hora porque ese cableado, simplemente, no existía.

Esta no es la primera vez que hay un robo en diferentes puntos de la red ferroviaria. Uno de los que tuvo más impacto también fue en una fecha clave, las elecciones a la Generalitat de Catalunya del 12 de mayo de 2024. Ese día, la sustracción de material de las instalaciones de Montcada Bifurcació, en las afueras de Barcelona, afectó a toda la red de Rodalies que llegaban a la capital catalana. En ese caso hubo cuatro detenidos y sí se valoró el coste económico, que se cifró en unos 15 millones de euros. Ahora, en el incidente del domingo, aunque el coste económico del cable no fuese muy alto, sí lo fueron las consecuencias para los viajeros –más de 10.000 afectados– y para las operadoras, que tendrán que compensar a los usuarios por los daños causados, principalmente porque tienen derecho a recuperar el importe del billete.

El coste de las indemnizaciones

Respecto a este tipo de compensaciones, Renfe publica periódicamente cuánto le suponen. De Iryo y Ouigo no hay datos. En el caso del operador público, hay que tener en cuenta que el año pasado modificó su política de indemnizaciones. Ese cambio lo hizo tras la entrada en operación de Iryo y de Ouigo y el despegue de las incidencias ferroviarias en gran parte de España, que llevó a hablar de hace unos meses de caos ferroviario.

Hasta julio del año pasado, Renfe devolvía el 50% del coste del billete si el retraso era de más de 15 minutos, pero elevó ese plazo de tiempo a hora. También incrementó de 30 a 90 minutos el retraso mínimo para exigir la devolución del 100% del coste del billete. El propio Óscar Puente cifró en 42 millones el coste de esas indemnizaciones durante el ejercicio 2023. Del 2024 aún no hay datos oficiales –y Renfe no los confirma– pero hay informaciones en prensa que señalan que el impacto económico para la operadora pública fue de casi la mitad.

Un ejemplo de cuánto le suponen a Renfe este tipo de sucesos: el pasado mes de agosto, una incidencia en un tren que quedó parado en el túnel que une las madrileñas estaciones de Atocha y Chamartín dejó sin servicio las operaciones que unen la capital con València y Alicante. Entonces, la circulación en ambos sentidos quedó interrumpida durante más de dos horas, los pasajeros acabaron saltando del convoy afectado y se bloqueó la operación de más de 40 trenes, en los que viajaban unas 12.000 personas. En ese caso, Renfe tuvo que afrontar indemnizaciones valoradas en cerca de 400.000 euros.

¿Se puede mejorar la seguridad de la red ferroviaria?

Al margen del coste, el trasfondo del robo o sabotaje del domingo señala la necesidad de reforzar la seguridad de la red ferroviaria. De hecho, Puente dejó entrever el lunes que hay que “plantearse” incrementarla. Puso como ejemplo que “cuando había terrorismo” la seguridad de la red se configuraba “de otra manera”. “No sé si llegaremos a ese extremo”, concluyó.

Esa necesidad de refuerzo ya está sobre la mesa. El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) puso en marcha el año pasado una serie de actuaciones para mejorar la seguridad y protección de sus activos. Entre ellos, los tendidos de cableado de cobre de las vías bajo su gestión, más de 15.000 kilómetros. Una red que no dispone de servicios de videovigilancia y detección de intrusión en toda la infraestructura, pero que se busca reforzar con diferentes planteamientos tecnológicos. Iván Rivera, experto ferroviario, participó en ese análisis, aunque no puede desvelar los detalles finales del mismo. Tampoco Adif ha hecho públicas las conclusiones y sus planes de refuerzo.

“Son miles de kilómetros que hay que proteger”, explica Rivera a elDiario.es. “La mayor parte de los robos son en entornos urbanos, el 80%”. “Este ha sido en Toledo en medio del campo, tiene un valor muy bajo, son muy pocos metros. No es un robo típico”, indica. 

De cara a cómo solucionar este tipo de incidencias o sabotajes, Rivera plantea la suma de diferentes tecnologías, como cámaras de infrarrojos, láser que detecten la ubicación de objetos, de los cambios en una ubicación o si ha habido entradas en determinados puntos. También, cámaras. “Pero es muy poco probable que hubieran servido” en una situación como la del domingo “porque es una zona de campo”. De ahí la necesidad de plantear también otras alternativas, como la presencia de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, sobre todo en fechas clave, aunque eso conlleva un elevado gasto. Cita también la opción de “patrullas de drones” en zonas rurales. “Hablamos de soluciones caras”, añade, e indica la idoneidad de una “combinación de opciones”, que incluyan la labor de inteligencia para saber quién realiza este tipo de robos y poder prevenirlos.

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