Empresas como Audi o Stellantis, dueña de Fiat, Jeep o Chrysler, aún creen que es pronto para calcular el impacto de las medidas comerciales porque está abierta la negociación con el Gobierno de Trump
Amazon, Nestlé o Pepsi asumen subidas de precios por la tormenta arancelaria y ven difícil hacer previsiones por la volatilidad
Los grandes fabricantes de la industria del automóvil llevan meses haciendo números para saber cuánto les va a costar la batería de aranceles que ha puesto en marcha el Gobierno de Donald Trump.
En el caso de Ford, calcula que le puede suponer, solo este año, hasta 2.500 millones de dólares (más de 2.000 millones de euros), Se debe, fundamentalmente, a su dependencia de modelos que ensambla en México y China, dos de los países sobre los que Washington ha cargado su batalla comercial. Sin embargo, según ha desglosado en su última presentación de resultados, esa cifra se puede recortar sensiblemente, en cerca de 1.000 millones de dólares, a través de diferentes iniciativas de ahorro.
Ford, además, es una de las empresas que ya no tiene tan claro cómo van a ser sus resultados durante el año en curso y muestra sus cautelas a la hora de hacer previsiones. Hasta ahora, anticipaba un resultado bruto antes de impuestos de unos 8.500 millones de dólares. Sin embargo, tras los aranceles prefiere no dar cifras concretas, También avisa de que puede haber una interrupción de la cadena de suministro en toda la industria y que se puede llegar a un escenario donde la administración Trump eleve los aranceles que actualmente están sobre la mesa o, incluso, los renegocie y reduzca. Y hay más factores que añaden incertidumbre, como la situación política global y que otros países también pueden imponer aranceles recíprocos como contrapartida.
Negociaciones en marchaEstamos “en una situación bastante dinámica”, admitió el consejero delegado de Ford, Jim Farley, en un encuentro con inversores que recoge la agencia Bloomberg. “Todo esto es realmente nuevo para todos nosotros. Debemos tener un poco de paciencia durante este tiempo para ver cómo funcionan estas medidas”, resumió respecto a las incógnitas a futuro. De momento, Ford no tiene intención de subir los precios de sus coches en EEUU, según indicó la semana pasada, a la espera de ver cómo reaccionan sus competidores. En cuanto a sus resultados, la empresa estadounidense cerró el primer trimestre del año con una caída de ingresos del 5%, hasta 40.660 millones de dólares, en parte, porque ha acelerado sus descuentos para impulsar las ventas.
Ford no es la única compañía que ha apuntado cuál puede ser el coste del vendaval arancelario. Otra es General Motors, dueña de marcas como Cadillac, Chevrolet o Hummer. En su caso, sí tiene previsiones de resultados para este año en las que ya incluye los recargos comerciales. Prevé que su beneficio se sitúe en este 2025 entre 10.000 y 12.500 millones de dólares. Estas cifras incluyen una exposición a los aranceles de entre 4.000 y 5.000 millones de dólares. De ellos, cerca de 2.000 millones corresponden a las importaciones de modelos desde Corea del Sur, de marcas como Chevrolet y Buick. De entrada, Trump impuso a ese país asiático un arancel del 25%. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, pese a todos los anuncios de la Casa Blanca, sigue sin haber nada cerrado del todo y las negociaciones aún están en marcha.
La consejera delegada de GM, Mary Barra, admitió en la última conferencia con analistas que la multinacional mantiene un diálogo abierto tanto con la Administración Trump como con otros países y está intentando aumentar la producción de componentes dentro de Estados Unidos para reducir esa factura, según recoge la agencia Reuters.
Un alivio temporalEse diálogo entre sector y Gobierno ya se ha traducido en algunas medidas de alivio. De momento, Trump ha dado el visto bueno a una especie de exención sobre los componentes, que se aplica sobre aquellos fabricantes que importan piezas, pero ensamblan en Estados Unidos. En concreto, durante un año van a poder reembolsarse hasta un 3,75% del precio de un vehículo que cumpla ese requisito de fabricación local. En el segundo año será, como máximo, un 2,5%.
Esa medida ha sido bien recibida por los fabricantes estadounidenses en ese intento de negociar para mejorar las condiciones arancelarias. No en vano, un análisis realizado por Center for Automotive Research ha calculado en hasta 107.700 millones de dólares el coste total que pueden tener los aranceles para el conjunto de la industria de ese país, incluido todo tipo de empresas.
Otras automovilísticas –no solo de EEUU– aún creen que es pronto para calcular el golpe, precisamente porque aún no hay nada definitivo y faltan certezas. Por ejemplo, Stellantis, que es dueña de enseñas locales como Jeep, Dodge o Chrysler y de marcas europeas como Peugeot, Fiat o Citroën. Stellantis habla de “incertidumbre” al explicar por qué no calcula cuál va a ser el resultado de este año y afirma que está “tomando medidas para ajustar” sus “planes de producción e identificando oportunidades para mejorar su abastecimiento”. Mientras renegocia con proveedores, mantiene la puerta abierta a “colaborar estrechamente con los gobiernos para facilitar la implementación” de las diferentes políticas.
Algo similar ocurre en el caso de Audi, la marca de gama alta del grupo Volkswagen. “En vista de la alta volatilidad actual, las implicaciones financieras de los aranceles a las importaciones, especialmente en Estados Unidos, no pueden evaluarse de forma concluyente”, admite en su último informe trimestral, donde no habla de cifras concretas. “El impacto financiero para Audi de los acuerdos se está evaluado actualmente porque aún no han concluido todos los instrumentos”, dado que el diálogo aún está abierto.