El incremento de la dependencia estratégica es una de las principales preocupaciones de la UE, que lleva tiempo obsesionada con incrementar sus capacidades para limitar la dependencia de otras potencias; pero también impulsando regulación que proteja los intereses económicos de los 27. El peso cada vez mayor de potencias como China llevó en 2021 a la UE a poner coto a las inversiones extranjeras y, previamente, a idear un mecanismo de control de las Inversiones Directas Extranjeras (FDI, por sus siglas en inglés) que avala a los Estados miembros para prohibir o cortocircuitar operaciones sobre empresas europeas en sectores estratégicos, como es el caso de Telefónica.