El inicio de las negociaciones para la segunda fase, que según el texto debe acabar con la retirada total de Israel de la Franja, el fin de la guerra y la entrega de los rehenes, estaba programado para este lunes
Israel se prepara para culminar su proyecto colonial con la ayuda de Trump: “Es el momento más peligroso desde 1948”
“Si tenemos que volver a combatir lo haremos de manera nueva y contundente.
Tras dos semanas de alto el fuego exitoso —en el que han quedado en libertad 13 rehenes y 450 presos palestinos, miles de gazatíes han podido regresar a un norte de la Franja arrasado e Israel ya no bloquea la entrada de ayuda humanitaria— este lunes tenían que comenzar las negociaciones para la segunda fase del proceso. Sin embargo, Netanyahu —con una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra— canceló en el último minuto el envío de su delegación a Qatar hasta después de su viaje a Washington esta semana, durante el cual pretende sondear a su homólogo estadounidense, Donald Trump.
“La transición a la segunda fase es el punto de inflexión más importante”, dice a elDiario.es Daniel Levy, exnegociador israelí durante los mandatos de Ehud Barak e Isaac Rabin en varios procesos de paz y actual presidente del centro de análisis US/Middle East Project. “Netanyahu no ha escondido que no cree y que no tiene intención de cumplir lo que ya está acordado en el texto: que la fase dos y tres llevan a la retirada total de las tropas y al cese completo de las hostilidades. Intentará ver el margen de maniobra que tiene para que el Gobierno de Trump se sume a algo que no está en el acuerdo y que Israel no ha logrado, que es la victoria militar total”.
Hamás, por su parte, ha anunciado que no liberará rehenes en la segunda fase si no viene acompañado del compromiso con acabar la guerra de castigo, que deja ya más de 47.500 muertos palestinos, según cifras del Ministerio de Sanidad de Gaza y que, según varios estudios científicos, son decenas de miles más.
“Tomar la temperatura” a TrumpLa primera fase dura 42 días y, si no se alcanza un acuerdo en este tiempo, el pacto colapsará y las bombas volverán a caer sobre la Franja a partir del 2 de marzo —en noviembre de 2023, el primer acuerdo de alto el fuego colapsó tras una semana y, desde entonces, la guerra no se detuvo un solo instante hasta el pasado 19 de enero—. Levy considera que la visita de Netanyahu a Estados Unidos es, principalmente, “una muestra de debilidad”. “Está nervioso porque no está seguro de que sus intereses políticos, principalmente mantenerse en el poder en un momento en el que su coalición está al límite, estén alineados con los intereses de Trump. Teme que Trump encuentre las consideraciones políticas de Netanyahu superfluas y no interesantes. Le está tomando la temperatura”.
Un día antes de reunirse con Netanyahu, el presidente estadounidense ha declarado que “no tiene garantías de que el alto el fuego en Gaza aguantará”. Este martes, Trump recibe al primer ministro israelí, siendo el primer mandatario extranjero que invita a la Casa Blanca desde su regreso al poder.
Un miembro de la delegación que viaja con Netanyahu ha dicho al periódico israelí Haaretz que el primer ministro pretende asegurarse el apoyo de EEUU para lograr la “eliminación de Hamás”, al tiempo que busca que las negociaciones de la segunda fase lleven a un proceso más amplio de normalización regional con las relaciones de países árabes vecinos, especialmente Arabia Saudí.
“Ya hemos iniciado los contactos con las partes para definir la agenda. No hay nada claro todavía sobre quiénes, dónde y cuándo tendrán lugar las negociaciones, pero, al menos telefónicamente, estas conversaciones han comenzado”, afirmaba el domingo el primer ministro catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani. “Esperamos empezar a ver algo de movimiento en los próximos días. Es fundamental que nos pongamos manos a la obra ya para llegar a un acuerdo antes del día 42”. Quedan 26 días y alcanzar un acuerdo no será fácil.
Trump quiere aprovechar el momento para ampliar los Acuerdos de Abraham de normalización de relaciones de Estados árabes con Israel. Durante su primer mandato, el presidente consiguió que Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán se sumasen al proyecto estadounidense, que elimina de la ecuación a los palestinos y que, en definitiva, da su consentimiento a la ocupación israelí con vistas a la creación de un hipotético Estado palestino aislado, menguado y sin continuidad territorial. El premio gordo en esta estrategia sería la normalización con Arabia Saudí, que hasta ahora no reconoce el Estado de Israel, pero que estuvo a punto de hacerlo antes del comienzo de la guerra en Gaza en 2023.
Uno de los carteles del Coalition for Regional Security apostando por la normalización con Arabia Saudí colgado a la entrada de JersusalénEste lunes, Washington, Jerusalén y Tel Aviv han aparecido empapelados con grandes carteles de Mohamed bin Salmán, príncipe heredero saudí y gobernante de facto, y Netanyahu con el lema: “Israel está preparado” o “estamos preparados”. La campaña ha sido organizada por la Coalition for Regional Security, una organización israelí que pide al Gobierno una estrategia de normalización con los países árabes para lograr una “separación” de los palestinos a través de la creación de un Estado palestino con soberanía limitada.
El activista y antropólogo israelí Jeff Halper advierte a elDiario.es del peligro de esa “normalización”. “Después de normalizar la ocupación ya no hay nada. El proyecto colonial israelí ha entrado en su fase final. ”Cuando se normaliza el desplazamiento y la comunidad internacional acepte que Israel ha sustituido a Palestina y que los palestinos están atrapados en un bantustán de apartheid [referencia a los territorios de la Sudáfrica del apartheid para ciudadanos no blancos], se acabó. No hay mucho espacio político tras la normalización“.
Una política exterior transaccional“Ahora, todo es una transacción. Esto siempre ha ocurrido en las relaciones internacionales, pero Trump lo ha llevado al límite y ha traído esta idea del mundo de los negocios”, dice Halper. “En ese mundo transaccional, los palestinos no pueden ofrecer nada. Ni siquiera están sobre la mesa.
“Israel normalizará el apartheid de una manera que Sudáfrica no pudo. [El actual presidente palestino] Mahmud Abás se convertirá en presidente y el bantustán palestino será miembro de la ONU. Trump y el resto confían en que nadie mira el mapa y así pueden vender una solución de dos Estados cuando realmente es apartheid”, concluye.
Por su parte, Xavier Abu Eid, politólogo y exasesor del equipo negociador palestino en procesos de paz, coincide con Halper. “La forma de negociación de Trump es una forma muy transaccional. Me queda claro que a Trump le interesa mucho que se expanda la tregua y que presionó a Netanyahu para que aceptase. Pero Netanyahu es un experto en el manejo con gobiernos estadounidenses y no creo que las llamadas a una limpieza étnica sean casualidad. En su anterior mandato, Trump apoyó en su plan de paz la anexión de territorio ocupado y ahora parte con la idea de una limpieza étnica”.
“En Israel, una vez más, están presentando la situación como o anexionamos o normalizamos con Arabia Saudí, pero eso no funciona así: según la Corte Internacional de Justicia ya tenemos una anexión. Además, quienes pensaban que normalizar a Israel ayudaría a la situación en Palestina se han encontrado con un genocidio, por lo que Arabia Saudí tiene bastante más que pensar como líder regional frente a las posibilidades de normalización, aunque por supuesto que este tema va a estar sobre la mesa [en esta fase de las negociaciones]”.
Las consideraciones internas también son importantes a la hora de evaluar la posición de Netanyahu, que gobierna en coalición con partidos de extrema derecha que le exigen continuar la guerra y le amenazan con retirar su apoyo. El líder de la oposición, Yair Lapid, ha repetido este lunes que apoyará al Ejecutivo de Netanyahu si continúa con el acuerdo de alto el fuego ante la amenaza de sus socios más radicales.
“Es importante dejarlo muy claro antes de esa reunión [con Trump]: Netanyahu tiene una red de seguridad política de la oposición para cada fase del acuerdo. No hay ninguna razón política que impida a Netanyahu pasar a la siguiente fase. El acuerdo cuenta con el apoyo abrumador del pueblo de Israel y de la Kneset [Parlamento]. El acuerdo sobre los rehenes no hará caer al Gobierno de Netanyahu”, ha afirmado Lapid.
Para Levy, “esta fase del acuerdo constituirá el mayor desafío político, ideológico y narrativo para Netanyahu”. “La liberación ha mostrado que Hamás sigue siendo el actor más fuerte y gobernante en Gaza, y que Israel no ha alcanzando sus objetivos de guerra. A Netanyahu no le gusta el acuerdo y punto. No lo quería hacer y no lo quiso firmar durante 15 meses. Le ha costado la estabilidad de su coalición”, destaca.
Mientras, David Makovsky, director de Koret Project sobre las relaciones árabes-israelíes del Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente, señaló en un webinar organizado por este think tank con sede en la capital de EEUU que Netanyahu podría intentar convencer a Trump para que la actual fase del acuerdo en Gaza se extienda más allá de los 42 días y vincular la segunda fase con la normalización de relaciones con Arabia Saudí, ganando así tiempo y oxígeno.