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Alemania se tambalea: guía para entender unas elecciones que pueden aupar a la ultraderecha como segunda fuerza

Alemania se tambalea: guía para entender unas elecciones que pueden aupar a la ultraderecha como segunda fuerza

Las encuestas llevan tiempo pronosticando una victoria cómoda para los conservadores de la CDU, con cerca del 30% en intención de voto, mientras que los socialdemócratas pueden quedar relegados al tercer lugar

Los votantes que propulsan a la ultraderecha en Alemania: “Todo es una mierda”

Alemania celebra este domingo 23 de febrero unas elecciones federales a las que los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) llegan como grandes favoritos tras el colapso del Gobierno de coalición de Olaf Scholz a finales del año pasado.

Pero la verdadera protagonista de la jornada es la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que, si las encuestas están en lo cierto, se convertirá en la segunda fuerza política más grande del país, lo que sacudirá el tablero político del país.

Los comicios darán un veredicto sobre hasta qué punto la nación más poblada y la mayor economía de la UE gira a la derecha. Pero lo que pasa en Berlín no se queda en Berlín: sus repercusiones se sienten en Europa.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

A principios de noviembre del año pasado, las constantes discrepancias entre socialdemócratas, verdes y liberales desembocaron en la ruptura de la llamada coalición semáforo que sostenía a Olaf Scholz al frente del Gobierno. El canciller despidió a su ministro de Hacienda, el liberal Christian Lindner, tras una amarga disputa presupuestaria que duró meses. Scholz convocó deliberadamente una moción de confianza en el Parlamento para perderla, lo que finalmente sucedió y allanó el camino para adelantar las elecciones generales. 

El canciller alemán llevaba tiempo en la cuerda floja tras una serie de derrotas electorales, polémicas que opacaban el trabajo de su Gobierno, rivalidades que saltaban a la vista y una imagen pública muy tocada. Con una economía en recesión (durante dos años consecutivos) como telón de fondo, el Ejecutivo de Scholz ha sido el más impopular de las últimas décadas.

¿Qué dicen las encuestas?

Las encuestas llevan tiempo pronosticando una victoria cómoda para los conservadores de la CDU, con cerca del 30% en intención de voto. Pero ganar las elecciones es solo el comienzo. Con toda probabilidad, los herederos de Angela Merkel van a necesitar socios para gobernar.

La ultraderechista AfD vuela alto en las encuestas, con un histórico segundo puesto y en torno al 20% de la intención de voto. Le siguen el gobernante Partido Socialdemócrata (SPD), con el 15%, y sus actuales socios de coalición, los Verdes, que, según las encuestas, pueden salvar los muebles con cerca del 13%. 

Durante la noche electoral será importante prestar atención a los partidos más pequeños, ya que, si vuelven a ganar escaños, pueden decidir la formación del futuro gobierno. En estos momentos, la rojiparda Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) y los liberales del FDP se tambalean y están por debajo del 5% necesario para entrar en el Bundestag. En cambio, el partido de izquierdas Die Linke ha remontado en los sondeos y ha logrado colocarse en un 7% de intención de voto, lo que mejoraría sus resultados de 2021. 

No hay que olvidar que, aunque toman la temperatura al estado de ánimo político, las encuestas no predicen el resultado y están cargadas de incertidumbre. Si bien es cierto que la trayectoria de partidos como la CDU y AfD ha sido relativamente sólida en los sondeos, hay que tener en cuenta factores como los votantes indecisos. Las decisiones de voto a corto plazo dificultan a los institutos demoscópicos ponderar los datos recogidos. 

Un cartel estropeado de Friedrich Merz, el candidato de la CDU, en Berlín. Un cartel estropeado de Friedrich Merz, el candidato de la CDU, en Berlín.

¿Qué pasa con la ultraderecha?

Propulsada en las encuestas, AfD acapara indiscutiblemente todas las miradas y su ascenso despierta una gran preocupación en buena parte de la población, que la percibe como una amenaza para la democracia. La fuerza ultranacionalista y antiinmigración parece encaminarse a su mejor resultado en unas elecciones nacionales hasta el momento en un país profundamente consciente de su pasado nazi. 

Con toda probabilidad, AfD no llegará al poder pronto, pero su crecimiento ha agitado el debate político. Probablemente el momento más convulso de la campaña fue a finales de enero, cuando la CDU toleró los votos de la formación ultra en una moción parlamentaria no vinculante que llamaba a endurecer la política migratoria. El movimiento colocó al líder de los conservadores, Friedrich Merz, en el ojo del huracán por romper el tabú sobre la colaboración con la ultraderecha.

El partido entró por primera vez en el Parlamento hace ocho años y en la actualidad está en el punto de mira de los servicios secretos por sospecha de extremismo de derecha –las secciones de varios estados del este han sido reconocidas como tal–. Hace un año, Alemania vivió una ola de protestas tras las revelaciones periodísticas de una reunión de neonazis y miembros de AfD en la que se debatió la deportación de millones de personas, pero el revuelo no terminó de pasar factura a la formación en las encuestas. 

Por el contrario, la ola azul ha ido anegando el mapa político: en junio, AfD quedó segunda en las elecciones al Parlamento Europeo, y en septiembre, el líder del ala más radical del partido, Björn Höcke, que defiende abiertamente posiciones que rayan con el neonazismo, se alzó con la primera victoria de la ultraderecha en unos comicios regionales desde la fundación de la República Federal de Alemania en 1949, levantada sobre las ruinas de un país destruido por la Segunda Guerra Mundial. 

¿Qué temas han marcado la campaña?

La inmigración ha dominado la campaña al calor de una serie de ataques violentos que han conmocionado al país y han sido instrumentalizados por la ultraderecha para ondear su bandera antiinmigración. En los últimos meses, la retórica sobre inmigración se ha derechizado en la política alemana, incluso la del propio Scholz, que ha prometido una “línea dura” en este tema.

El otro gran debate de la campaña ha sido la economía y cuestiones como el empleo, el encarecimiento de la energía –una carga para la industria y los hogares alemanes– y el omnipresente mecanismo constitucional de freno de la deuda. 

“El aumento de los precios de los bienes de consumo, la energía, los alimentos y la vivienda, junto con la pérdida de empleos y una recesión de tres años, han alimentado la ansiedad económica y la insatisfacción con las políticas del Gobierno anterior, en particular las percibidas como ‘verdes”, dice a elDiario.es Robert Grimm, jefe de investigación política y social de Ipsos en Alemania. “El electorado alemán se enfrenta a preocupaciones relacionadas con la inmigración, la estabilidad económica y la falta de liderazgo efectivo. AfD ha aprovechado estas inquietudes y se ha posicionado como una alternativa para los votantes desilusionados”.

Seguidores de AfD en el mitin de final de campaña en el este de Berlín. Seguidores de AfD en el mitin de final de campaña en el este de Berlín.

¿Quiénes son los principales candidatos?

Cinco partidos han designado un candidato a canciller (kanzlerkandidat) en las elecciones, aunque varios de ellos no tienen posibilidades realistas de convertirse en jefe de Gobierno. 

El favorito es Merz, de la CDU. El líder conservador tomó las riendas del partido tras el estrepitoso fracaso en las elecciones de 2021. Histórico rival de Merkel, ha apostado por un retorno a una línea conservadora tradicional, tras años de desplazamiento al centro bajo la excanciller. Merz no ha ocultado su deseo de romper con su predecesora, cuya política de acogida de los refugiados en 2015 considera “fundamentalmente errónea”. Sin experiencia de gobierno y liberal en lo económico, Merz es abogado y se hizo millonario con su carrera en el mundo empresarial, durante la que llegó a trabajar para Blackrock, uno de los mayores fondos de inversión del mundo.

El Partido Socialdemócrata (SPD) presenta a Scholz como candidato a la reelección. Con muchas dificultades, el canciller intenta repetir la gesta de 2021, cuando logró remontar en la campaña electoral y llevar a los socialdemócratas a la victoria. Su popularidad sigue siendo muy baja –de hecho, Scholz es el menos popular de los candidatos de esta cita electoral–. 

El rostro de Alianza 90/Los Verdes en estas elecciones es el actual vicecanciller y ministro de Economía y Clima, Robert Habeck. El aspirante ecologista es uno de los políticos más conocidos del país y pertenece al ala centrista del partido. Su popularidad, no obstante, se ha visto afectada por la polémica por una ley estrella de los Verdes destinada a eliminar gradualmente los sistemas de calefacción de gas y la desaceleración de la economía.

La ultraderecha ha apostado por Alice Weidel, la colíder de una AfD desinhibida. Weidel ha desplegado una dialéctica radical, apoyando la deportación masiva de inmigrantes a través del polémico término “remigración” y cargando contra la ideología “queer-woke” y las políticas de lucha contra el cambio climático. En una entrevista con Elon Musk, que respalda sin tapujos a AfD, Weidel llegó a decir falsamente que Hitler era comunista, una trivialización por parte de la abanderada de un partido que ha tratado repetidamente de distanciarse de los nazis. Weidel también ha coqueteado con el uso de la expresión “culto a la culpa”, que hace referencia a la cultura de mantener viva la memoria de las atrocidades del nazismo. 

Carteles electorales, entre ellos los de los Verdes y el Partido Socialdemócrata, en el este de Berlín. Carteles electorales, entre ellos los de los Verdes y el Partido Socialdemócrata, en el este de Berlín.

Sahra Wagenknecht es la candidata del partido que fundó y lleva su nombre, Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), cuya irrupción sacudió el panorama político pero ahora se ha desinflado en los sondeos hasta el punto de que puede quedarse fuera del Bundestag. A Wagenknecht, exdirigente destacada de Die Linke, le gusta definirse como una política de “izquierda conservadora”, con una oferta política de izquierda en lo económico y de derecha en cuestiones como la migración, sobre la que mantiene posicionamientos casi indistinguibles de los de AfD.

En los sondeos, ninguno de los candidatos a canciller “goza de un apoyo mayoritario”, explica Grimm. Merz lidera las encuestas de popularidad, seguido de los aspirantes de la ultraderecha y Los Verdes.

Por Die Linke (La Izquierda) compite el dúo formado por Heidi Reichinnek y Jan van Aken. El aspirante que tiene la difícil misión de salvar al neoliberal y proempresarial FDP es su cara visible, Christian Lindner. Estos casos son los que se conocen en la jerga electoral como spitzenkandidaten, que se traduce como candidato principal y también se emplea para los aspirantes a presidir la Comisión Europea.

¿Cómo funciona el sistema electoral?

Para las elecciones al Bundestag, Alemania usa un sistema de representación proporcional mixta un tanto complejo. Cuando acuden a las urnas, los ciudadanos tienen dos votos en la papeleta, y pueden dividirlo. 

Con el primer voto se elige al candidato de su circunscripción, a su representante local –hay 299 distritos–. Gana el candidato más votado en cada uno de ellos y el resto se va con las manos vacías. En el segundo voto, el sistema es distinto: se elige un partido. Los ciudadanos votan una lista cerrada de las formaciones políticas en los 16 Länder (estados federados) y el número de escaños que corresponden a cada formación es proporcional al porcentaje de votos que ha cosechado. Esta es la votación más importante, ya que determina la relación de fuerzas de los partidos en la cámara.

En anteriores legislaturas, el sistema había dado lugar a parlamentos muy grandes –el último Bundestag tenía 733 escaños–. Este año, una nueva reforma pretende reducir el número de escaños a 630 y también prioriza la proporcionalidad sobre los escaños individuales del primer voto. En la mayoría de los casos, los candidatos que ganan en su distrito obtienen un escaño (antes de la reforma lo tenían garantizado), pero la proporción total de asientos que logran los partidos está determinada por el porcentaje de segundos votos que obtienen.

Para entrar en el Bundestag, los partidos tienen que obtener, como mínimo, el 5% de los segundos votos o al menos tres escaños de los 299 distritos en el primer voto, un obstáculo no menor para las formaciones más pequeñas que, además, hace que la composición exacta del nuevo Parlamento sea particularmente incierta. 

¿Cuándo sabremos los resultados?

Poco después de que se cierren las urnas el domingo, a las 18:00 horas, se empezarán a conocer los sondeos a pie de urna y las primeras proyecciones para las cadenas públicas ARD y ZDF. Estas estimaciones, que se van actualizando con el recuento, suelen dar una idea precisa de los ganadores y los perdedores de la noche. El siguiente paso es el resultado provisional, que prevé anunciar el encargado federal en las primeras horas del lunes –en 2021, fue a las 6:00 horas de la mañana–. Para el resultado final la última vez hubo que esperar semanas. 

Una peculiaridad de la noche electoral es la tradicional 'ronda de los elefantes', un debate televisivo en el que participan los líderes de los partidos políticos. En él, con las emociones a flor de piel, comentan los resultados y hablan de posibles acercamientos. Por lo general, el tono del debate es civilizado, pero puede tornarse beligerante, especialmente cuando los resultados no son concluyentes.

Militantes de los Verdes reparten folletos en Spandau, al oeste de Berlín. Militantes de los Verdes reparten folletos en Spandau, al oeste de Berlín.

Y después, ¿qué?

Es muy poco probable que un partido logre una mayoría en el Bundestag, por lo que necesitan aliarse con otras formaciones políticas para gobernar. 

Tras conocerse los resultados, los mismos partidos políticos que se han pasado toda la campaña criticando las políticas y los candidatos de los demás tienen que encontrar la manera de hacer buenas migas y trabajar juntos. Se sumergen entonces en unas negociaciones tortuosas que pueden durar semanas, incluso meses, para llegar a un entendimiento y cerrar un acuerdo de coalición –la estabilidad del gobierno resultante es otro cantar–. La CDU ha dicho que quiere formar gobierno en unos dos meses, antes de Semana Santa. Hasta entonces, el actual Ejecutivo permanecerá en funciones. 

¿Qué coaliciones son las más probables?

Cuando votan, muchos alemanes tienen en mente qué coaliciones podrían ser posibles. Hay pocas dudas de que los conservadores estarán a cargo del próximo Gobierno. La gran incógnita a despejar es quiénes serán sus compañeros de viaje, algo que vendrá determinado por la aritmética parlamentaria. En este sentido, serán especialmente importantes los resultados de los partidos más pequeños, pues su presencia en el Bundestag puede abrir la puerta a un tripartito. 

Es importante no perder de vista que la ultraderecha no entra en las quinielas debido al ‘cordón sanitario’ –brandmauer– que hasta ahora han mantenido los demás partidos tanto a nivel regional como nacional. Si se atiende a las encuestas, una coalición entre la CDU y AfD sería matemáticamente posible, pero Friedrich Merz la ha descartado en varias ocasiones. No obstante, para sus oponentes su credibilidad está tocada. 

Con los sondeos de intención de voto en la mano, se considera que la alianza más probable es la gran coalición, ‘groKo’, una constelación clásica que involucra a los conservadores de la CDU y sus hermanos de Baviera (CSU) con el Partido Socialdemócrata y que, salvo sorpresa, conduciría a la marcha de Scholz. También podría ser posible una coalición kiwi o verde-negro, de la CDU y los Verdes, aunque esta alianza se topa con una oposición significativamente mayor dentro de los conservadores, especialmente entre los bávaros, por lo que sería la ‘opción B’. 

Pero mucho va a depender del resultado de los partidos pequeños, como los liberales, la BSW y Die Linke. No es lo mismo un Parlamento con cuatro formaciones políticas que uno con siete. Una coalición de tres partidos se traduciría, probablemente, en mayores diferencias internas. 

Una coalición Kenia, formada por CDU/CSU, SPD y Verdes y llamada así por los colores de la bandera del país africano (negro, rojo y verde) se enfrentaría a importantes diferencias políticas. Si los liberales vuelven al Parlamento, es posible una coalición Alemania, de la CDU, el SPD y el FDP.

“Aunque una coalición entre la CDU/CSU y el SPD parece lo más probable, el resultado final sigue siendo incierto. La capacidad de los partidos mayoritarios para responder a las preocupaciones de los ciudadanos y recuperar la confianza será crucial para configurar el futuro Gobierno alemán”, concluye Grimm.

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