La sociedad instrumental que el piloto español de motos Jorge Lorenzo montó en Luxemburgo hace algo más de un año, en pleno litigio con la Agencia Tributaria, junto a una familia de multimillonarios mexicanos y seis empresas offshore, ha tenido una vida breve y un final accidentado y abrupto. Los socios de la empresa han resuelto liquidarla y disolverla poco después de crearla, tras el estallido de la pandemia, y poco tiempo después de que su existencia llegase a los medios de comunicación.
Antes de disolver la sociedad, la empresa interpuso una demanda por la publicación de información sensible sobre sus accionistas contra el Registro de Luxemburgo, país que ha vuelto a ser señalado en una reciente investigación como refugio de chiringuitos financieros y sociedades fantasma para multimillonarios como Shakira o el heredero saudí.