El pasado 18 de junio, Nvidia accedió a la hegemonía bursátil mundial. El valor de sus acciones superó en capitalización a los activos de Microsoft, como días antes lo había hecho con los de Apple, provocando un doble sorpasso sobre las compañías que se habían disputado en el último decenio la supremacía empresarial del planeta.
La multinacional californiana pasó de inmediato a captar toda la atención de un mercado en el que se ha fraguado un binomio con una doble lectura encriptada.
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