La ciudad de Meaux se despereza silenciosa. En el centro de la urbe, famosa por su queso brie, apenas se oye el canto de los pájaros. Una joven monta la terraza de una cafetería con vistas a la imponente catedral gótica. Un reloj instalado en el ayuntamiento hace la cuenta atrás de los días que quedan para recibir la llama olímpica en esta localidad de 55.000 habitantes, situada a unos 40 kilómetros al noreste de París.