Seis de la tarde frente al centro comercial de Issy-les-Moulineaux, en las afueras de París. Marco sostiene un taco de octavillas y charla con otros dos jóvenes mientras esperan a los demás en esta calurosa tarde de junio. “¿Es aquí para el reparto de panfletos?”, pregunta con timidez un chico que se acerca al grupo. Van incorporándose a cuentagotas, a medida que salen de trabajar o terminan de estudiar. En cuestión de media hora, ya son una veintena.