Era uno de los estrenos más esperados del Festival de Otoño, la vuelta de Milo Rau después de la sobrecogedora Familie. Mismo marco y mismo espacio, el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque (Madrid). Y el listón estaba alto después de ese teatro minimal, antidramático y quirúrgico de Familie, en el que a través de la historia real de una familia de clase media europea que acabó, sin razón aparente, ahorcándose en el salón de su casa, Rau era capaz de mostrar el horror de las sociedades posindustriales y tecnológicas donde todo está en orden, todo parece 'normal', y por detrás corre cieno ardiente.
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