Habría cumplido cuarenta años en septiembre pero seguimos recordándola en la fecha más macabra de entre sus efemérides, la de su muerte. Doce años se cumplen de aquella mañana en la que Amy Winehouse, de tan solo 27 años, era encontrada sin vida en su casa de Camden Square en Londres. Una noticia impactante, durísima, que no sorprendió a casi nadie. Era la crónica de una muerte anunciada y, como en la novela de García Márquez, anticipada desde el arranque mismo de su historia. El presagio, alimentado durante años desde el púlpito de los tabloides, había calado en la calle.