Parte I. En el bosque blando de nuestros cerebros.
Madera y memoria
Una vez vi un cerebro en un táper, fue en el Teatro anatómico de la Universidad de Coimbra, era una forma blanda, blanda y flotaba en formol. Estudiando el cerebro he aprendido que los recuerdos no se guardan en ningún lugar determinado, que no tenemos un espacio fisiológico en el cerebro para almacenarlos. He aprendido que los recuerdos y los pensamientos son conexiones que igual que se establecen pueden desparecer. O sea que la memoria está hecha de huellas que deja lo que hemos vivido en esa materia tan blanda que parece imposible que algo se quede grabado en ella.