Hay entrevistas que cambian el curso de la historia. Parece exagerado, pero no tendríamos el mismo concepto de Nixon si Frost no le hubiera entrevistado y no le hubiera preguntado de forma directa, en la primera cuestión, aquel histórico, “¿por qué no quemó usted las cintas?”. Nixon había salido de la Casa Blanca sin admitir ninguna culpa en el Watergate, y cuatro años después, en aquella entrevista, acabó lanzando una disculpa que muchos entendieron como un mea culpa. “Decepcioné a mis amigos, decepcioné al país.