Nueva York es su perfil, forjado por los rascacielos que la habitan y la redibujan constantemente con cada impulso económico y cada crisis. La fiebre multimillonaria por los "edificios aguja" de Manhattan está delineando ahora una nueva silueta, admirada por unos y aborrecida por otros.
Dos decenas de colosos residenciales apodados "las agujas" o las "torres lápiz" por su exagerada estrechez y altura, comenzaron a emerger con el arranque del nuevo decenio junto a las atalayas de oficinas y hoteles que continúan retando al cielo neoyorquino.
Muchos se elevan más de 300 y 400 metros, como el 111 West de la calle 57 (435 m.
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