Mirara donde mirara, todo el mundo llevaba las Adidas Samba en el tren que iba de Peckham, en el sur de Londres, hacia Dalston, en el este. Difícil ignorarlas. Las había negras, blancas, pequeñas y plateadas, de cuero negro con tachuelas, y hasta las Wales Bonner, con piel de poni y estampado de leopardo.
Reservadas en otra época a los aficionados al fútbol, a los chicos del britpop y a algún que otro skater, las humildes Adidas Samba se han vuelto tan omnipresentes como las maltrechas Converse All Star que caracterizaron la sordidez indie de la primera década del siglo.