El 26 de abril de 1937, a las 16:30, aviones alemanes e italianos bombardearon Guernica durante más de tres horas. Primero, lanzaron bombas para que los ciudadanos salieran de sus refugios, luego, artefactos incendiarios para matarles. Aquella barbarie se convirtió en un icono de la lucha contra el fascismo cuando, pocos meses después, Picasso plasmó el horror y el dolor de la Guerra Civil en un cuadro que tomaría por nombre el de la localidad vasca. En un siglo XX marcado por dos guerras mundiales y una Guerra Civil en España, el Guernica quedaba como testimonio artístico de las heridas y de los errores que no se debían repetir.