"Libertad, amor y diversión" fue el tridente que Sam Smith advirtió que protagonizaría su concierto en el segundo día de Mad Cool; y podría haber añadido perfectamente sexualidad y humildad. El británico –cabeza de cartel de la jornada pese a tocar a unas todavía calurosísimas y soleadas 20:00–, fue un regalo de calidad y matices vocales, mantuvo la sonrisa de las que contagian bocas y miradas de principio a fin; y aterrizó con una propuesta que hubiera molestado, seguro, a los líderes de PP y Vox que se han dedicado a cancelar espectáculos culturales en España durante las dos últimas semanas.
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