1. Haz que el libro sea el mensaje
El título, por ejemplo. La impaciencia del corazón, de Zweig, es un buen cortejo. Pero atención: este juego es perverso. Hay kamikazes con mala intención. Hace poco me contaron un caso insuperable. Un gesto de hostilidad demostrado con el regalo de un libro. Eran navidades y un pariente le regaló a otro una Guía Campsa. Podría entenderse como una fría invitación al turismo peninsular y a poner tierra de por medio.
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