Los cortafuegos a la libre circulación de mercancías y capitales que se levantan en el renovado y convulso orden económico mundial están fracturando el ya tenso negocio de chips y semiconductores. Hasta el punto de poner en alerta a las tres grandes superpotencias económicas: EEUU, China y Europa han revisado sus estrategias en torno a la industria de estos componentes cruciales para segmentos productivos tan variados como el de los vehículos eléctricos, los misiles balísticos o la Inteligencia Artificial. Todos ellos de especial transcendencia para afrontar los riesgos y desafíos geoestratégicos que emergen en medio de episodios de alta conflictividad comercial y empresarial y que los expertos definen como los primeros estadios de una reeditada Guerra Fría, que amenaza con fragmentar la globalización y alterar los equilibrios del poder multilateral.