El desplome de los precios de la energía en abril pasado, que registraron la mayor caída desde septiembre de 2015, ralentizó la inflación en los países desarrollados, pese al encarecimiento de los productos alimentarios, que experimentaron la mayor subida desde enero de 2012.
Según los datos publicados este martes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en abril pasado, marcado por las medidas de confinamiento, la inflación en los Estados miembros del organismo se situó en el 0,9 %, frente al 1,7 % de marzo, marcado también por la crisis de la covid-19.
En febrero la inflación había sido del 2,3 % en el conjunto de los países desarrollados agrupados en la OCDE.
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