Con el sueño de devolver al pan el lugar que le corresponde, Fernando González y Arancha Alzola abrieron su panadería artesana en Las Palmas de Gran Canaria en el peor momento posible: En la quincena más restrictiva del confinamiento. No les quedaba otra... y no les ha ido mal.
Cuando en España se declaró la pandemia de coronavirus, este doctor en Antropología y esta licenciada en Ciencias Económicas tenían ya todo listo para poner en marcha su negocio: El local acondicionado, la maquinaria comprada e instalada y, sobre todo, una tonelada de harina ecológica sin químicos ni conservantes.
"Se iba a echar a perder", relatan.
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