Para muchos espectadores de danza hay un antes y después de haber visto bailar a María Muñoz. Su danza, tan milimétrica como expansiva, su capacidad de bailar en y con el espacio, de mirar tanto dentro como fuera, hacen que al espectador se le ensanche la mirada. Muñoz es media historia de la danza contemporánea de este país, es la parte luminosa de esa historia, de una bailarina con un empuje que le hizo emigrar de un país cerrado a la danza y a tantas cosas. Es también la historia de la artista de 60 años, al borde de la retirada, que volvió y supo labrar un proyecto artístico tan global como poético, tan personal como colectivo.