El nuevo icono brillaba, azul y plata, en la superficie de su móvil. Si hubiese parpadeado podría haberlo entendido como una incitación, pero, así como estaba, mudo e inmóvil, era todavía más difícil animarse a usarlo, a pesar de que era él mismo quien había tomado la decisión de instalarlo allí.
Por otro lado, estaba deseando probar para poder creerse que no le habían mentido al prometerle... Aunque... no podía ser. No quería ni pensarlo. No era posible. Se había dejado convencer porque lo necesitaba tanto, pero sabía que no era posible. Tragó saliva. Levantó el índice y lo dejó planear sobre el icono.