Sería injusto decir que el cine de Steven Spielberg no es personal. En cualquiera de sus películas el director ha ido dejando sus obsesiones, sus fantasmas y hasta su propia historia. En E.T. el director habló del divorcio de sus padres, y lo hizo a través de la ciencia ficción, creando una obra maestra que nació de su propia experiencia y su trauma infantil. Sin embargo, el cineasta consideraba que siempre había utilizado el género y la fantasía como parapeto, como forma de escapar de su propia realidad. Sentía que había sido un cobarde incapaz de afrontar su vida como materia prima para sus propias historias de forma directa.
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