Desde pequeño, Joan de la Malla sintió la llamada de la selva. Con 22 años se adentró por vez primera y en solitario en la jungla de Borneo. "Tardé más de cinco horas en recorrer cerca de 500 metros", revive Joan. En aquella ruta a través del bosque tropical le sobrecogió la "abundancia de vida" y la "riqueza natural incontrolable". Fue durante ese viaje al archipiélago malayo cuando quedó prendado de una rafflesia, la flor más grande del mundo, con "un intenso color naranja y de casi un metro de diámetro".