Durante su primer día de trabajo, Marco López (22 años) se dio cuenta de que era el más joven de la oficina. También aprendió que lo que para él era normal –teletrabajar, tener un horario flexible o reciclar en el comedor– era algo que a sus compañeros mayores les costó interiorizar. “Aún recuerdo la cara que puso mi jefe la primera vez que le dije que no me podía quedar más para acabar una tarea. Ya había cumplido con mi horario, y lo que me pedía tampoco era urgente.