Resulta extraño, hasta cierto punto, que el capital francés haya tardado 62 años en financiar una adaptación de Los tres mosqueteros. La novela publicada por Alejandro Dumas en 1844 tiene un signo fundacional para la cultura de Francia, tanto por su carácter historicista como por la proyección pop de sus personajes, que sin embargo no tardó en ser cooptada tanto por Estados Unidos como por, irónicamente, Reino Unido: la nación contra la que D’Artagnan y sus compañeros se hallaban en conflicto durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).