La llegada de M. Night Shyamalan al cine fue como la de un elefante en una cacharrería. Nadie le conocía y de repente, llega con una de esas películas que marcan el cine. Una historia de fantasmas con un giro final que tuvo al público comentando meses. Eran tiempos sin Twitter, si no, la sorpresa final de El sexto sentido hubiera corrido como la pólvora. Shyamalan se revelaba como un cineasta capaz de ofrecer nuevos enfoques a historias que ya conocemos. La historia de un niño que ve espíritus nunca había emocionado como entonces, y su éxito en taquilla (con nominaciones al Oscar incluidas) le colocaron como uno de esos directores con los que Hollywood cree haber encontrado una gallina de los huevos de oro.
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