Pensar que los libros que leemos son directamente como los escribió su autor o autora no es solo inocente, también invisibiliza una imprescindible labor editorial que, en muchas ocasiones, hace publicables textos que no lo son. En otras, sin embargo, la edición se transforma en intromisión.
Cristina Morales lo sabe bien. Su novela Lectura fácil (Anagrama, 2018), ganadora del Premio Herralde 2018 y del Premio Nacional de Narrativa 2019, podría haber tenido un destino muy diferente. Estuvo a un paso de publicarse en Seix Barral, pero la editorial le pidió que se autocensurase en un fanzine y Morales se negó. El resultado fue un fenómeno editorial que aún colea.
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