El capitalismo se apropia de todo. De cada símbolo, de cada imagen o de cada personaje. Lo convierten en un logo, en un estampado con el que vender ropa. ¿Cuántas personas visten una camiseta del Che sin saber nada de él?, ¿cuántas se compraron una de los Ramones sin haber escuchado ni siquiera una canción? La despolitización de lo político lo convierte en imágenes vacías. Eso es lo que ha ocurrido con Ana Frank. Todo el mundo que va a Ámsterdam visita su casa, todo el mundo sabe de oídas su historia, pero pocos han leído su diario.
Leer más: Ana Frank cobra vida de forma animada para criticar su explotación pop