
En los años 70 el neoliberalismo llegó para quedarse, y eso pasaba por aplastar las luchas sociales que había en las fábricas y en las calles, en una época que, tras el 68, expresaba el malestar con huelgas y protestas. "Las promesas de un futuro mejor, trabajo y bienestar que se hicieron en los 60 se rompen al llegar los 70. Hay una generación que ve que todo eso no les va a llegar, y que se ven destinados a ser unos perdedores", cuenta Alberto Santamaría, autor de un ensayo que ahonda sobre ese tema, Un lugar sin límites (Editorial Akal).
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