Siempre volvemos a Pessoa. Este hombre solitario, infeliz y, sin embargo, capaz de albergar todos los sueños del mundo y que sigue siendo la cumbre de una cultura que permaneció demasiado tiempo en una umbría necesitada de solana. Tapada pero no invisible. Debemos terminar con el tópico de ser los vecinos que se dan la espalda. Cómo dice el iberista, profesor, traductor y estudioso imprescindible de la cultura y las relaciones entre los países vecinos, Sáez Delgado, debemos entendernos como realidades de "espaldas abiertas". Así lo fuimos desde el principio de nuestras literaturas clásicas. Camoes fue admirado por Cervantes. El Quijote tuvo su segunda edición en Lisboa y en español.